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Como bien lo explica Alfredo Alfaro Chirinos, oficial de proyectos de la Fundación Internacional del Buen Pastor - Regional América Latina (entidad presente en 33 países; de ellos, 16 en América central y sur), los contextos en los que las niñas se desarrollan son bastante preocupantes en el mundo. Situaciones como las sociedades basadas en preceptos machistas y las violencias enquistadas en dinámicas sociales discriminatorias para el acceso a oportunidades hacen que las niñas vean en su edad y género dos variables que dificultan el ejercicio de sus derechos. Una gran limitante para lograr la aplicabilidad del Estado de derecho en las niñas son los insuficientes o dispersos esfuerzos institucionales y gubernamentales que consoliden el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en lo que respecta a la igualdad de género (cuyas metas se orientan a mitigar y reducir para ellas las prácticas forzadas y las violencias físicas, sexuales, intrafamiliares o de otros tipos; promoverles la protección social; fomentarles capacidades para participar en la planificación y toma de decisiones, y poner fin a todas las formas de discriminación).

Buscando concretar esfuerzos para cambiar ese escenario, se diseñó e implementó una metodología denominada Clubes de Niñas para Niñas, por parte de la Congregación Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor y del equipo de la Fundación Internacional del Buen Pastor. Esta experiencia consiste en desarrollar talleres experienciales y círculos de conversación con adolescentes en edad escolar como una estrategia para generar con ellas, basándose en su participación y sus voces, ámbitos reflexivos y propositivos que permitan empoderarlas y formarlas para el reconocimiento, la valoración y, sobre todo, el ejercicio y la defensa de sus derechos, considerando el reconocimiento de sus propios contextos, la autorrepresentación, sus preocupaciones, sus necesidades e ideas de solución a las problemáticas que las aquejan.

 

La metodología se ha puesto en marcha en el marco del programa Mi voz, mi futuro igualitario (My voice, my equal future: Girls for Girls clubs, promoting a more inclusive future), liderado desde 2020 por UNICEF y otras organizaciones, el cual fue asumido por la congregación religiosa y su fundación, involucrando a la población estudiantil que se forma en los centros educativos que gestionan. 

En América Latina, hasta el momento, han puesto en práctica los clubes en Ecuador, Brasil y El Salvador, con estudiantes de secundaria, logrando construir en las niñas capacidades para conocer sus realidades, hacer un análisis crítico y holístico de estas, reflexionar sobre las situaciones y condiciones de desarrollo desde sus propios contextos e imaginar su futuro en condiciones de equidad.

Datos generales de la metodología

  • Participantes: Niñas adolescentes que cursan educación secundaria (13 a 17 años, aproximadamente).

  • Contextos de aplicación: instituciones educativas y colectivos de niñas.

  • Año de creación: en América Latina, la metodología comenzó a implementarse en el año 2022 en Ecuador y Brasil, a manera de prueba piloto; en 2023, en El Salvador y Bolivia. 

  • Entidad que la impulsa: Fundación Internacional del Buen Pastor (Good Shepherd International Foundation, GSIF), con sede principal en Italia, organización que promueve el desarrollo inclusivo y sostenible para los miembros más marginados y vulnerables de la sociedad por medio de los programas desarrollados por las hermanas de la Congregación Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor y sus socios. 

  • Autor(a/es): Fundación Internacional del Buen Pastor.

  • Apoyan: varias entidades, entre ellas: Centro Escolar Católico San José Obrero, Centro Escolar Corazón de María (El Salvador); Escuela de Educación Básica Buen Pastor, Unidad Educativa Rosario Sánchez Bruno, Unidad Educativa Carrera Sánchez Bruno, Escuela de Educación Básica Eufrasia Pelletier, Unidad Educativa Santa María Eufrasia (Ecuador); Colegio Bom Pastor (Brasil).

  • Objetivos de Desarrollo Sostenible a los que aporta: Objetivo 5: Igualdad de género, en lo que respecta a las metas que atañen a las niñas, desde su infancia hasta su adolescencia.

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En pleno siglo 21, las mujeres y las niñas afrontan múltiples y profundas dificultades, pues, como lo indica la ONU, en muchos países aún persisten leyes, normas sociales y prácticas culturales discriminatorias y violentas que atentan contra ellas; incluso, algunos países no tienen mecanismos legales que les reconozcan sus derechos o que las protejan. Por ello mismo, el ODS 5 demanda mayores esfuerzos para lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.

De todas formas, de los grupos de personas vulnerables que existen en el mundo, más que el de las mujeres adultas, preocupa el de las niñas, pues no solo se afectan por complejas realidades y dificultades en relación con su género, sino también por los profundos cambios que experimentan durante la adolescencia (fisiológicos, anímicos, psicológicos y sociológicos, entre otros).

Urge, entonces, como lo han reconocido diversos organismos internacionales, desarrollar esfuerzos particulares e interinstitucionales, con múltiples actores públicos y privados, en ámbitos locales, nacionales, regionales e internacionales, para que las condiciones de las niñas sean dignas, para reconocerles y procurar sus derechos, para que ellas mismas los conozcan y defiendan, al tiempo que desarrollen conocimientos, habilidades y valores que les permitan lograr su empoderamiento, tomar y participar en las decisiones que las afectan, decidir y construir de forma libre su futuro.

La historia de las niñas nos pone en un escenario complejo para el reconocimiento de sus derechos, aun en la actualidad, con un escenario cada vez con más “peros” para desarrollar políticas, estrategias y programas que permitan garantizar sus derechos de manera igualitaria e inclusiva […]
Tenemos gobiernos que no desarrollan políticas de protección; cada vez se evidencia el dar menos importancia a las necesidades de las niñas por parte de la comunidad y, al mismo tiempo, se incrementan las instancias de abandono desde las familias frente al cuidado de las y los menores. En este contexto, son las niñas quienes desafían una peor situación frente a la discriminación y al poco acceso a oportunidades, basándose no solo en su edad, sino también en su género.
Alfredo Alfaro Chirinos, oficial de proyectos de la Fundación Internacional del Buen Pastor,
Regional América Latina

Los Clubes de Niñas para Niñas, son, entonces, una propuesta metodológica que, desde ámbitos formativos, empleando el método de los círculos de conversación (de frecuente uso en mediaciones propuestas desde las ciencias sociales), busca aportar a la consecución de condiciones de igualdad y empoderamiento para las adolescentes.

Objetivo principal

Generar con niñas que viven la adolescencia, procesos de formación, interacción e intercambio simétrico, igualitario y apropiado, que les permitan su empoderamiento y, al mismo tiempo, el reconocimiento, ejercicio y defensa de sus derechos por medio de la estrategia denominada Clubes de Niñas para Niñas y, en ellos, de dinámicas de círculos de conversación, buscando que el diálogo, la participación, la reflexión y la creación de propuestas para transformar las realidades problemáticas que les atañen se produzca de manera autónoma y no direccionada desde las personas adultas.

Objetivos específicos

  • Propiciar el reconocimiento, la reflexión y la expresión de inquietudes, pensamientos e ideas en relación con las realidades que les rodean y que hacen parte de sus contextos de existencia e interacción (locales, en primera instancia, y globales, en segunda).

  • Formar capacidades para identificar violencias activas y pasivas –incluso aquellas culturalmente aceptadas– que padecen las niñas y las mujeres, así como diversos tipos de prácticas y creencias sociales o familiares que atentan contra sus derechos.

  • Fomentar el ejercicio de los talentos y la libertad.

  • Posibilitar que ellas generen y gestionen propuestas de solución coherentes con sus necesidades, que aporten directamente a la disminución de las brechas que encuentran en el ejercicio de sus derechos.

  • Promover su encuentro, participación y unión en pro de la defensa de los derechos de las niñas (desde la infancia hasta su adolescencia), y en favor de su desarrollo integral.

 

Fundamento pedagógico

Esta metodología, como todos los procesos formativos que lidera la Fundación, se enmarca, bajo la Luz del Evangelio, en los principios pedagógicos propuestos por Santa María Eufrasia Pelletier (1796-1868), fundadora de la Congregación Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, quien, además de religiosa, fuera una insigne pedagoga.

Tales principios que orientan los procesos formativos son: el amor y el buen ejemplo como estrategias para ganar la confianza y la disposición para el aprendizaje; el respeto por la condición, las potencialidades, las limitaciones y el interés particular de cada ser humano; el cultivo de la caridad propia en quien enseña, para poder, luego, formar a otras personas en la caridad; la defensa de la igualdad de todos los seres humanos, especialmente de las más vulnerables y las mujeres, porque somos iguales ante los ojos de Dios.

A estos principios se une, en los Clubes de Niñas para Niñas, el método de los círculos de conversación, ampliamente probado, estudiado y difundido desde posturas sociocríticas y comunicativo-críticas de las ciencias sociales, pues las experiencias y las investigaciones han demostrado su utilidad para lograr fines formativos, investigativos o de atención social, entre otras posibilidades. Entre sus bondades, se documentan: el permitir emerger y verbalizar recuerdos, sentimientos u opiniones desde la objetividad y, a la vez, la subjetividad; producir interacciones emancipadoras; desarrollar capacidades de argumentación; gestionar conflictos, producir consensos o tener divergencias pacíficas; propiciar el desarrollo de habilidades y actitudes comunicativas, y estimular reflexiones individuales y colectivas. Y si bien no necesariamente pretende conducir a acciones o a la toma de decisiones específicas, sí busca, mediante el diálogo directo con otras personas-pares, mediante preguntas y respuestas, mediante la palabra y la escucha en condiciones de respeto e igualdad, mejorar las habilidades blandas, especialmente para la comunicación, la expresión personal y las relaciones sociales.

El proyecto es interesante por lo que hablamos de temas que a las mujeres y niñas nos pasan, no solo en casa, sino también en la calle y en la vida cotidiana. Nos ayuda a saber cómo reaccionar ante una situación de peligro para nosotras y las acciones preventivas ante determinados acontecimientos. En lo personal, y sin duda, había desarrollado un miedo a hablar ante personas, así que puedo decir que me ha permitido mucho dejar mi miedo a expresarme, sin mencionar que las cosas de las que hablamos en los talleres son realmente útiles.
Elena Palacios Foronda, participante. 

Descripción general

En los Clubes de Niñas para Niñas se propician y animan espacios de encuentro, diálogo y creatividad en torno a temas y asuntos sociales o familiares que les son de interés. En una primera parte, lo hacen reconociendo y analizando sus realidades más cercanas e inmediatas y, posteriormente, desde una visión regional-global, conversando e interactuando con niñas de otros clubes que existen en sus territorios, en su país o en otros donde se pone en práctica la metodología.

 

La promoción de estos clubes, como entornos formativos de diálogo y construcción conjunta, se realiza, en principio, con una visión local, mediante la interacción entre pares de una misma unidad educativa. Posteriormente, se facilitan espacios en la región (Club de Niñas para Niñas de América Latina), con la creación y dinamización de una plataforma que permite, aun estando en distintas ciudades o países, conversar e interactuar entre ellas, encontrándose en el entorno virtual.

 

Así, los clubes tienen sesiones presenciales y otras virtuales, unas locales y otras con una dimensión más global, y permiten que las niñas conversen, piensen y creen, cara a cara, de forma sincrónica y asincrónica, sobre asuntos como: 

  • La violencia y la paz

  • Los derechos humanos y los de niñas, niños y adolescentes

  • La influencia de las tecnologías, en particular de las tecnologías digitales de información y comunicación, para la igualdad de géneros

  • El rol de la innovación en la construcción de condiciones de igualdad de géneros

  • El desarrollo social, humano y personal

  • La vocería, el liderazgo, el empoderamiento y la participación, entre otros.

Dinámica 

En los distintos colegios, centros o instituciones educativas (o en los colectivos de niñas), se conforman grupos o subgrupos con un máximo de 15 participantes.

De acuerdo con las peculiaridades de las alumnas, las condiciones escolares y del entorno, el tiempo disponible y las problemáticas que se priorizan en cada contexto, con cada grupo o subgrupo se desarrollan sesiones (círculos) de una hora y media aproximadamente. En cada una se plantea un tema de interés para debatir juntas, mediante un diálogo participativo y fluido en el que no solo se escuchen, sino en el que, sobre todo, puedan aportar sus puntos de vista, sus conocimientos previos y sus inquietudes. 

Adicionalmente, antes, o de forma simultánea a los círculos de conversación, se debe planificar y desarrollar con las participantes los talleres informativo-formativos sobre distintas temáticas relacionadas con sus derechos y realidades, o tendentes al desarrollo de capacidades de liderazgo, empoderamiento o lógica crítica. 

En ambos componentes, los círculos y los talleres formativos, el número de participantes de cada grupo o subgrupo debe ser flexible, pues lo que se debe garantizar es que las niñas puedan interactuar entre ellas de forma fácil y ágil; que se integren, se animen a expresarse y tengan posibilidad real (y tiempo) de manifestar sus sentimientos, prejuicios e ideas sobre el tema en cuestión, en condiciones de respeto y fraternidad, especialmente en los encuentros de conversación.

Por consiguiente, el facilitador o la facilitadora debe abandonar el rol de docente y asumir el de acompañante, dando a las niñas el protagonismo, evitando imponer su perspectiva, su saber o sus puntos de vista, para que ellas construyan sus propias competencias, habilidades y saberes.

La propuesta está direccionada a evitar el adultocentrismo como parte del empoderamiento de las niñas, haciendo que los espacios de facilitación y relatoría que se generan desde los círculos de conversación sean llevados por las propias niñas, buscando escuchar sus voces en todo el proceso de diálogo. […]
Se debe apuntar a que sean ellas mismas las principales promotoras de cambios en la situación que viven frente a la discriminación. Por otro lado, se debe ayudar a expresar y a articular pensamientos desde la propia visión de las niñas para entender y responder a necesidades urgentes, como la inclusión, no discriminación y mejora en el ejercicio de sus derechos.
Todo eso se complementa con talleres formativos sobre temas específicos.
Alfredo Alfaro Chirinos

Así mismo, es importante dejar claro que no hay un número mínimo ni uno máximo de talleres o de círculos de conversación, sino que se deben planificar, desarrollar y evaluar tantos como sea necesario para que realmente la metodología facilite un proceso de empoderamiento. De ahí que cada institución sea la llamada a analizar previamente las necesidades más apremiantes de las niñas con quienes trabajan; planificar las temáticas, así como la agenda de talleres y conversaciones. Solo entonces se comenzarán a facilitar, de manera constante y ordenada, los espacios formativos (una vez por semana durante 6 meses o un año escolar, por ejemplo).

Aparte, es esencial tener en cuenta que:

  • Como se mencionó, antes y de forma simultánea a los círculos de conversación, se deben planificar y desarrollar con las niñas talleres con metodologías de aprendizaje activo y significativo, que permitan el desarrollo de sus capacidades (de pensamiento crítico o liderazgo, por ejemplo) o que les permitan comprender sus derechos. Esto se puede hacer buscando alianzas interinstitucionales o buscando la ayuda de expertos y expertas temáticas. De cualquier manera, se debe evitar que las participantes caigan en una mera “recepción tallerística pasiva”, como lo explica Alfaro, es al contrario: es importante incluir actividades (juegos de roles, por ejemplo) que les ayuden a procesar, comprender, interiorizar, aprehender y relacionar con su realidad la información recibida.

  • Ya en los círculos propiamente dichos, a veces es conveniente que las niñas conozcan antes el tema que se abordará en el encuentro siguiente, para que puedan hacer sus propias indagaciones al respecto.

  • La facilitación y la relatoría están a cargo de las propias niñas; la presencia de personas adultas debe ser de acompañamiento y su participación solo debe ser necesaria cuando el espacio realmente lo requiera. Por eso, en lo posible, no debe haber más de una persona adulta presente. 

  • La experiencia ha mostrado que las niñas y el equipo docente, por las costumbres de los contextos escolares, esperan que la persona adulta sea la que tome protagonismo y lidere la conversación, pero como lo que se busca es que sean las adolescentes quienes lo hagan, es preferible limitar la presencia y la intervención de las personas mayores.

  • En centros escolares, las y los docentes deben formarse previamente en la metodología (en caso de otros contextos que no sean de educación formal, lo deben hacer los gestores sociales o pastorales). Esas personas deben, a su vez, formar a las niñas para que ellas mismas asuman, poco a poco, los roles propios de quien facilita y de quien hace la relatoría. Por consiguiente, en los primeros círculos debe estar la persona adulta formadora; luego, no es necesaria su presencia, pues las mismas adolescentes deben liderar y organizar en su espacio de conversación. 

  • Cada círculo debe comenzar, como lo han propuesto las mismas niñas, con presentaciones dinámicas que generen empatía y confianza, de manera que el diálogo sea más fácil en la continuidad. Posteriormente, con base en preguntas orientativas formuladas por el facilitador o la facilitadora (una adolescente, preferiblemente), se desarrolla la conversación, planteando lo que se sabe sobre el tema, los prejuicios o preconceptos que cada niña tiene en torno a este y, tras ello, se debe animar a las participantes a hacer un análisis de cómo el asunto se vive en el propio entorno (pensando en causas, consecuencias y manifestaciones). Se finaliza haciendo una dinámica que anime la ideación de posibles soluciones a los problemas identificados (por ejemplo, hacer una lista de acciones que cada niña puede hacer para dar a conocer el tema a sus amigas y familiares).

  • Preferiblemente, la disposición de las sillas o la forma de sentarse en los círculos debe ser en rueda, como cuando las tribus se reúnen alrededor del fuego. 

 

En resumen, y con respecto a cada círculo de conversación, es importante desarrollar los siguientes momentos:

Momento inicial

Para retomar los aprendizajes anteriores y disponerse al diálogo de acercamiento y generación de confianza entre las participantes.

Momento para la conversación

Exposición de la temática que se desea abordar desde los contextos de las participantes.

Diálogo sobre la temática.

Momento de cuestionamiento y elaboración de propuestas

Cuestionar por qué se dan las situaciones y cómo se pueden mejorar; realizar propuestas y establecer compromisos.

Momento de cierre y celebración

Para reflexionar sobre lo aprendido, lo sucedido y lo que se asume como compromiso.

Cuando las niñas ya están habituadas a la dinámica de conversación y han participado en los talleres transversales, se les propone que faciliten círculos con niñas que hacen parte de otros clubes (del mismo territorio, la misma ciudad, el mismo país o, incluso, de otro), de tal forma que le pierdan el miedo tanto a dialogar con sus pares –a pesar de no conocerse previamente– como a construir y liderar juntas proyectos e iniciativas que refuercen sus propios aprendizajes para ayudar a otras niñas a ganar empoderamiento y capacidades de liderazgo, así como actitudes y conocimientos para la divulgación y defensa de sus derechos.

En un futuro próximo, a los componentes mencionados se agregará otro: facilitar, tras los círculos, espacios para que las niñas aprendan a autogestionar sus iniciativas conjuntas y las puedan llevar a la realidad, a manera de emprendimientos sociales por desarrollar en sus territorios y ámbitos de interacción.

Componentes de la metodología

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A pesar de que todavía no ha terminado [el proceso], siento muchos cambios en mi persona. He aprendido cosas que no sabía o que no sabía muy bien. Escuchar las opiniones de las demás me ha ayudado a tener una mente más flexible, a tener una perspectiva diferente sobre muchos temas. Las actividades que la profesora hace para introducirnos un poco al tema son buenas: muchas veces no me imagino cómo algo que puede parecer un simple juego, tenga algo tan profundo. […] Me ha ayudado bastante a desenvolverme; me he vuelto un poco más social, y ya no me da tanta pena dar mi opinión, decir algo, porque no te critican y respetan el hecho de que es una opinión. Es un lugar seguro y bastante amigable.
Andrea Nicole, participante

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En cada país hay responsables-acompañantes del proyecto y de la metodología por parte de la Fundación, quienes ayudan a priorizar temáticas para los talleres y los círculos de conversación, hacer contactos con las personas responsables de otros clubes, conseguir aliados para los talleres, y diseñar o aplicar de forma conjunta mecanismos (encuestas, por ejemplo) para evaluar los resultados y aprendizajes.

Tras las experiencias que se han tenido, además, se están diseñando actividades para formar en las mismas niñas las habilidades de facilitación, pues se ha detectado que para ellas no es fácil asumir el rol. De ahí que se esté trabajando desde la Fundación para agregar a la batería de talleres que se ofrecen sobre las temáticas y sobre los derechos de las niñas, unos específicos para lograr la construcción de conocimientos, competencias y técnicas que faciliten a las participantes desempeñarse como orientadoras, animadoras, escuchantes y entrevistadoras de sus compañeras, así como relatoras del diálogo sostenido entre ellas. 

Monitoreo, evaluación y validación.

Resultados y transformaciones

About

Para comprender la efectividad y pertinencia de la propuesta metodológica se realizan, con las niñas participantes, procesos de evaluación cualitativa para identificar sus impresiones acerca de los aspectos positivos que perciben en su participación, y sobre las utilidades que la experiencia les deja para el futuro.

Adicionalmente, quienes son responsables de los clubes en los diferentes países hacen evaluaciones periódicas conjuntas. Eso ha permitido ir agregando componentes a la metodología en función de las necesidades, y definir temáticas prioritarias comunes en Latinoamérica para trabajar en los talleres y en los círculos, desde los diversos contextos. 

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Las personas e instituciones interesadas en esta metodología deben comunicarse y formarse con sus responsables para aprender de las experiencias y conocer mayores detalles de lo que implican
los Clubes de Niñas para Niñas. 

Productos – medios – comunicación

al servicio de la metodología

Información y contacto

Asesores

Heidy Hochstatter

Alfredo Alfaro

 Fotografías

Fundación Internacional del Buen Pastor

 

Consultores

Gloria Londoño • Carlos Henao

FICONPAZ

 

Todos los derechos reservados © Julio 2023

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