Sin embargo, hacia el año 2016, en el marco de un proceso de colaboración de la Iglesia colombiana y la mexicana en asuntos de prevención y atención de las violencias, se dio, en México, la primera oportunidad para que la metodología pudiera ser implementada y documentada. Esto permitió irradiarla después a otros países, con apoyo de Cáritas América Latina y el Caribe (SELACC) y Cáritas Noruega, buscando una incidencia “desde dentro y desde lo pequeño”, para que la pastoral y su capacidad de incidencia crecieran y se fortalecieran.
¡Hacia una Pastoral Social transformadora!
Metodología para el fortalecimiento de grupos y agentes de pastoral social como constructores de paz
Desde los años 90, la Iglesia colombiana, consciente de la complejidad de la realidad y del compromiso que debía asumir para lograr transformaciones de reconciliación, lideró un proceso interno para fortalecer sus equipos de Pastoral Social. Realizó esta labor no solo buscando mejorar la práctica evangelizadora (entendiéndose como llevar la Buena Nueva y, con ella, producir cambios positivos individuales y colectivos), sino, sobre todo, configurar comunidades de aprendizaje y apoyo a partir de la reflexión pedagógica, el discernimiento profundo y la reflexión permanente de lo hecho: de las propias experiencias, del impacto de las acciones en la vida propia y en la de las comunidades, de las limitaciones encontradas, así como de los logros y aprendizajes alcanzados.
Ese proceso derivó, años después, en el diseño de esta metodología, que basa su proceso formativo en las vidas de las personas participantes, volviendo a ellas para repensarlas y recrearlas considerando conceptos sociales, la iluminación del Evangelio y la riqueza del pensamiento social de la Iglesia, permitiendo aplicar el método pastoral Ver, Juzgar y Actuar.
Datos generales
Participantes:
Equipos y agentes de pastoral social.
País en el que se ha aplicado:
Colombia, Honduras, México, Costa Rica, Panamá y Perú.
Contextos de aplicación:
Eclesiales o de fe.
Año de creación:
2016.
Entidades que la impulsan:
Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombiana, con otras Cáritas y pastorales sociales hermanas en los diversos países.
Autores:
Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombiana, con la participación de Rosa Inés Floriano Carrera, Jenniffer Vargas Reina y Wilmar Roldán Solano, en la conceptualización metodológica y la elaboración de la guía, con aportes del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM - DEJUSOL.
Objetivo de Desarrollo Sostenible al que aporta:
Núm. 10, Paz, Justicia e Instituciones Sólidas.
Modalidad de aplicación:
Presencial, preferiblemente.
Esta metodología fue conceptualizada desde tres elementos que le sirven de pilares:
El primero, como explica Rosa Inés Floriano, una de sus creadoras, el teológico y doctrinal, que toma las parábolas del Reino y las metáforas de la semilla de mostaza y la levadura para sustentar los principios pedagógicos, al connotar y simbolizar el proceso y el efecto transformador, poniéndolos en diálogo tanto con la propuesta colombiana, fruto de las experiencias de construcción de paz, como con la teoría de Transformación Social de Conflictos de John Paul Ledechach.
“Buscábamos que [la propuesta metodológica] tuviera un sustento teológico y doctrinal para que la Iglesia no encontrara una propuesta técnica basada solo en disciplinas sociales, sino anclada, sobre todo, en los valores fundamentales del Evangelio, en la buena noticia que se encarna en la realidad, teniendo, por sí sola, un efecto transformador desde adentro. Por eso se habla de la semilla o del grano de mostaza, que toca tierra, que se siembra y que se transmuta, para comprender que la evangelización pasa por la transformación de la propia vida”.
Rosa Inés Floriano, anteriormente vinculada al Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombiana, y actual directora del Instituto Interamericano por la Paz y la Reconciliación, INSPyRE
El segundo, el asumir la esperanza y el compromiso por la transformación hacia la paz. Para este pilar se tomó como referente el pasaje de los discípulos de Emaús, simbolizando la espiritualidad como un camino de acompañamiento y compañerismo, que es el papel central de la Iglesia, o como describe Rosa Inés:
“Un acompañamiento para ayudar a leer la sociedad y el dolor que produce la violencia desde una perspectiva pascual transformadora, para poder decir que no estamos inevitablemente condenados a una historia de violencia, y para poder descubrir que el camino es la salvación, la resurrección, el seguir a una persona viva. Por ello, la opción de la Iglesia es apostar por la vida misma, es ayudar a vencer el miedo, la desesperanza y ver los signos de los tiempos en clave pascual”.
Y un tercer aspecto central en la conceptualización provino el magisterio de la Iglesia, retomando la encíclica Evangelii Nuntiandi, hito histórico en las encíclicas promulgadas después del Concilio Vaticano II al ayudar a responder la pregunta de cómo debe responder la obra evangelizadora frente a los interrogantes de la sociedad moderna, explica Rosa Inés:
“Encontramos allí una guía impresionante y potente para darle sentido a la dinámica transformadora de la evangelización, que nos indicó que la construcción de la paz –y la transformación que exige la construcción de la paz– no puede ser solo un esfuerzo de la Cáritas, o solo de pastoral, sino de toda la Iglesia, en todas sus instancias, porque la paz misma es el eje articulador de la evangelización: evangelizar es transformar desde adentro, con la fuerza de la palabra y de los valores del Reino, con la vida de las personas, de los colectivos y de la sociedad. Y es ahí, en las estructuras y los modelos de vida, en cada persona y en cada cultura, que encontramos la afinidad que propone el marco integrado de la teoría de transformación de conflictos: empezar por cada individuo, por sus formas de pensamiento y juicio, para luego pasar a las relaciones que la vinculan con la comunidad y la sociedad en general”.
El objetivo
Potenciar aprendizajes, volver sobre el camino recorrido y aprender de él para consolidar una propuesta pastoral social integradora y transformadora.
La dinámica
La metodología, descrita en cuatro documentos que conforman la guía orientativa, consiste en impulsar un proceso de sensibilización y formación con las personas participantes que les permita desarrollar habilidades, comprensiones y actitudes personales y grupales necesarias para generar un trabajo en equipo, no solo de colaboración para la transformación social mediante la pastoral, sino también para el aprendizaje conjunto a partir de las experiencias, en comunión y como comunidad.
Dicho proceso se distribuye en cuatro grandes módulos a ser abordados de forma secuencial y progresiva, los cuales incluyen una serie de temas y asuntos de reflexión que se abarcan, cada uno, en una de las sesiones formativas (39 en total, aproximadamente).
Trayecto pedagógico de la metodología
El módulo introductorio (en la guía, el número 0) plantea la propuesta de “hacerse” comunidad de aprendizaje capaz de convertir en nuevo conocimiento en el marco de la práctica pastoral; igualmente, los principios pedagógicos que deberían orientar dicha práctica. Incluye dos capítulos y nueve temas, así:
El primer módulo (en la guía, el número 1) se orienta a profundizar en la animación de la dimensión social de la evangelización, en clave de proceso, para hacer realidad el futuro deseado, buscando transformar esas condiciones y realidades en las que la dignidad humana ha resultado lastimada y, con ello, el tejido social.
El módulo que continúa (en la guía, el 2) presenta la ruta que facilita la comprensión de la transformación social, inspirada en la parábola del Reino, donde el agente de pastoral es la levadura que desde dentro hace fermentar la masa hasta dar punto. Es aquí donde se integran la mirada del presente, el camino por recorrer y el futuro, con los niveles que las transformaciones requieren alcanzar para que sean sólidas y verdaderas: el personal, el relacional, el institucional y el estructural.
El módulo final (en la guía, el 3) presenta una serie de orientaciones sobre el proceso de transformación comunitaria y un conjunto de herramientas para animar y acompañar dichos procesos, los cuales requieren seguir enriqueciéndose con las experiencias y herramientas propuestas por los mismos agentes de pastoral.
Cada tema sugiere el desarrollo de una serie de actividades organizadas por momentos, diseñadas, a su vez, a partir del método pastoral Ver, Juzgar y Actuar: parten de la evocación y la reflexión a partir de la propia vida, para luego reconsiderarla y recrearla, para finalizar con la celebración de la vida y los aprendizajes.
El primer momento de cada tema y sesión, Evocación de la Vida, busca garantizar una formación que vaya más allá de la comprensión de conceptos, que enriquezca la vida, la experiencia y la toma de conciencia de las personas participantes. Es, como explica Rosa Inés, cuando se espera que el mensaje toque carne y se siembre en el corazón, a partir de la vida del ser humano.
El segundo, Comprensión de la Vida, se enfoca en que la propia experiencia sea resignificada a partir de los aportes conceptuales y teóricos desde las ciencias sociales o desde experiencias pastorales ya realizadas.
Por su parte, el tercero, Discernimiento de la Vida, pretende que la experiencia, primero, sea iluminada y, luego, resignificada, repensada y revalorada desde el pensamiento de la Iglesia, a partir de los valores del Reino como criterio de lectura. Es, pues, el momento de “preguntarse, dejarse interpelar, y es ahí cuando el efecto transformador hace que se descubra que algo tiene que cambiar, y que el cambio empieza conmigo”, como afirma Rosa Inés.
Y finalmente, el cuarto, Celebración de la Vida, tiene como propósito que el ejercicio sea incorporado en la conciencia, las líneas de pensamiento, los criterios de juicio y, desde una dimensión profunda, en la propia vida de la persona participante. También, asumir el compromiso de transformar realidades sociales a través de las relaciones que en ella se establecen, tomando en cuenta las estructuras que la conforman.
Así, tras culminar la formación, se espera que el grupo, de manera autónoma, sea capaz de consolidar la comunidad de aprendizaje y asuma su propia gobernanza en pro de continuar formándose en aspectos que considere prioritarios, compartiendo y resignificando las experiencias para transformarlas y transferirlas como nuevos aprendizajes a los miembros de la comunidad y a otras comunidades de aprendizaje de la Iglesia.
“La clave y la fuerza metodológica, fundamentalmente, radica en no partir de la doctrina, sino de la dinámica propia de las comunidades: de sus lecturas, sensibilidades, narrativas, líneas de tiempo; es decir, de cada persona: de su trabajo, de sus sentires, gozos y esperanzas, en un territorio y localidad determinados. No de un tema o asunto etéreo o teórico sobre el que gira una formación que, luego, la gente ni sabe para qué les sirve. En este proceso, en cambio, la misma comunidad se va construyendo, hasta llegar realmente a generar un músculo organizativo, informativo y transformador, a veces, incluso, para atender problemáticas grandes y complejas, logrando impactos muy significativos. Por tanto, se trata de un esfuerzo de reflexión-acción-reflexión-acción que alimenta y nutre el método de la dimensión social transformadora de la realidad, a partir de la vivencia y del pensamiento social de la Iglesia, pensamiento que se construye desde la fuerza de la palabra de Dios, desaprendiendo, dejando la zona de confort, rebelándose contra viejas categorías que hacen que, a veces, se piense: “siempre lo hemos hecho así, por qué vamos a cambiar ahora”; en cambio, permitiéndose dejarse llevar por el cuerpo del espíritu para generar nuevas propuestas de transformación y acción.
Padre Francisco Gerardo Hernández Rojas, quien fuera secretario ejecutivo del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, y quien contribuyó a compartir la experiencia metodológica colombiana con la Iglesia en otros países. Actualmente, Director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral, CEPRAP, del CELAM.
Quién puede implementar esta metodología
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Grupos de pastoral, con apoyo de alguna de las Cáritas que ya se han apropiado de ella y la han puesto en práctica.
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En las experiencias de transferencia, dos o más personas de una nueva Cáritas o instancia de la Iglesia que han recibido capacitación por alguien formado anteriormente en la metodología y que luego irradien el proceso a otras personas y grupos en sus países (durante el proceso reciben acompañamiento, lo que permite generar redes de colaboración y aprendizaje).
Esta metodología está pensada para ir de lo local o particular a lo general, generar espacios de reflexión y consolidar redes de colaboración. Esto ha permitido evidenciar experiencias significativas y persistentes en diversos países de Latinoamérica.
Como explica el sacerdote Francisco Hernández, la idea no fue ni ha sido que se convierta en una metodología de obligatoria adopción, sino generar cambios en aquellos territorios que consideran que la propuesta metodológica puede aportar a su misión pastoral:
“Cuando se atomiza una región o se impone una metodología, no siempre se logra mirar la particularidad. Por eso, lo que se busca es que el interés se origine en una parroquia, en una diócesis o en una Conferencia Episcopal, a partir de la propia necesidad, de la lectura pastoral de la realidad. En los casos en los que esto se ha propiciado, hemos podido sistematizar las experiencias y esto nos ha mostrado que la formación ha tenido impactos profundos porque, al estar basada en la vida, genera procesos de escucha, al estilo de Emaús, que permiten ir construyendo una verdadera comunidad capaz de transformar su propia realidad”.
Las siguientes son algunas experiencias con resultados significativos
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En Colombia, país donde se gestó la metodología a partir de las buenas prácticas y de la reflexión sobre la relación de ellas con los fundamentos teológicos y doctrinales, se aplicó, por primera vez, dentro de un programa de iniciativas locales de paz auspiciado por Cáritas Noruega, y luego se transfirió a diversas diócesis y vicariatos. Este proceso tuvo como uno de sus resultados más notables el cambio de una concepción evangelizadora asistencialista a una de transformación participativa, no solo para la paz, sino, de una forma integral, para alcanzar los objetivos sociales generales, como la promoción humana.En este país, el ejemplo dado por la Arquidiócesis de Bogotá, donde todas sus zonas pastorales, parroquias y consejos de pastoral social parroquiales participaron en la formación, es sumamente valioso, pues allí la pastoral ha demostrado de forma sólida haber construido, mediante esta metodología, capacidades para emprender caminos de transformación.
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En México se implementó por primera vez en una experiencia de un diplomado organizado por CEPS Cáritas, las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo y Cáritas colombiana. Posteriormente, diversas diócesis pasaron por el proceso de formación, resaltándose la experiencia en Guerrero, donde no solo la metodología ha tenido incidencia en la dimensión social de la evangelización, sino de toda la dinámica pastoral, “constituyéndose en un viaje y eje vertebrador de toda la acción de la diócesis”, como cuenta el padre Francisco.
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En El Salvador, entre 2014 y 2016, 48 agentes de pastoral y 40 sacerdotes de las diversas diócesis recibieron la formación inicial. Eso desató una dinámica que todavía hoy es importante, “al punto de que ha sido fuerza y carta nacional de la pastoral”, como comenta el padre Francisco, y varios procesos que Richard Jones considera que aún persisten: “Por ejemplo, se creó un grupo nacional de pastoral de la mujer a partir de la transformación pastoral, y otro de acompañamiento a víctimas de las violencias. También tuvo una repercusión en el tema de Familias Fuertes y de cohesión social. Hoy, a nivel regional, El Salvador comienza a intercambiar aprendizajes con el resto de Centroamérica y México en esos asuntos, como en el caso de la Diócesis de Acapulco (México) que, a su vez, les han transferido a los de El Salvador su experiencia, la Pastoral de Acompañamiento a Víctimas de las Violencias”.
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En Honduras, en ese mismo periodo, de 2014 a 2015 aproximadamente, la metodología fue adoptada por la Cáritas de ese país y, en años siguientes, se replicó la formación, hasta 2018, mediante la realización de diversos talleres en los ámbitos diocesanos. Esto tuvo como impacto, especialmente, como describe Richard Jones, el reforzar el papel de la Iglesia en temas de paz y desarrollo justo e inclusivo, que aún permanecen y son ejemplo en otras latitudes.
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La experiencia de la Arquidiócesis de Panamá también es importante. Allí el proceso formativo ha logrado que, desde la pastoral social, se propicien iniciativas y procesos de transformación, empoderamiento y participación ciudadana que han permitido afrontar, especialmente, problemáticas relacionadas con el extractivismo, inclusive, “la capacidad de generar, desde ese clamor de las comunidades, una carta pastoral”, como cuenta el padre Francisco.
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En Costa Rica, en lugares como Puebla y San Isidro, “el proceso ha seguido siendo un eje que ha dinamizado la forma de ser y el quehacer de esas diócesis”, como también describe este sacerdote.
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De igual forma, otras experiencias, como la de Guatemala, muestran que los procesos formativos realmente han permitido consolidar comunidades sólidas y cohesionadas, “produciendo una cierta onda expansiva, por así decirlo, de gratitud y de esperanza”, como dice el padre Francisco.
Productos y medios de comunicación al servicio de la metodología
Secretariado Nacional de Pastoral Social – Caritas Colombiana (2016). Módulos de la metodología Hacia una Pastoral Social Transformadora. https://vicariadeevangelizacion.arquibogota.org.co/centro-de-informacion/articulos/modulos-de-formacion-en-pastoral-social-transformadora
Asesores
Rosa Inés Floriano
Anteriormente vinculada al Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombiana, y actual directora del Instituto Interamericano
por la Paz y la Reconciliación, INSPyRE.
Padre Francisco Gerardo Hernández Rojas
Director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral, CEPRAP,
del CELAM.
Richard Jones
Presidente de Cooperative Yek Inemi, El Salvador.
Ilustraciones
Cáritas El Salvador
Consultores
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