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Proyecto ganador en “Juntos Construimos Paz”, Feria y Concurso de Proyectos de los participantes del Diplomado en Construcción de Paz y Transformación Social de Conflictos


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Una iniciativa de la directora, el personal y voluntarias de la Fundación El Buen Pastor (FBP) de Colombia, así como de la gerente regional de Good Shepherd International Foundation (GSIF) para América Latina y el Caribe.

En Venezuela, la crisis política, el colapso económico, la confrontación social causada por el choque entre ideologías, entre otras causas con graves y progresivas consecuencias, han motivado, especialmente desde 1999, una oleada de migración forzada hacia otros países. A finales de 2023 se calculaba que más de 7,722,000 personas se habían desplazado buscando oportunidades, siendo Colombia el país receptor con más cantidad recibida: casi 2.9 millones (37.6%) según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, creada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).


Esa tragedia humana aumenta cuando las condiciones de los y las migrantes no son las que anhelaban hallar en los territorios receptores y, sobre todo, cuando no tienen un estatus regular o de refugiado legalmente acogido, haciendo que mucha gente se vea abocada a vivir en condiciones de xenofobia, exclusión o explotación.


Thiana de Lourdes Balza Mora, venezolana, voluntaria de la Fundación El Buen Pastor (FBP), explica que muchas mujeres y familias de su país llegan en búsqueda de posibilidades que se les negaron allí, tales como acceso a la salud, al trabajo, la educación, la seguridad, la alimentación, y que muchas, por no contar con recursos económicos suficientes, se ven obligadas a ubicarse en zonas de alto impacto social, como lo es el Barrio Santa Fe, en la capital de Colombia, Bogotá, caracterizado por fuertes carencias socioeconómicas


Al llegar a dicho barrio, la gran mayoría de esas personas y familias migrantes buscan ganarse la vida de forma digna, sea vendiendo comidas o dulces en las calles, o buscando obtener un trabajo formal, entre otros. Pero, en ocasiones, en ese contexto de vulnerabilidad enfrentan conflictos por diversos motivos. Por ejemplo, “las arepas que vende la mujer colombiana son más económicas que las que vende la mujer venezolana, o viceversa, y por ello se presentan enfrentamientos”, comenta Thiana.


Ese escenario exacerbado por políticas y prácticas dañinas asistenciales, desequilibradas e inequitativas que resquebrajan la confianza y la solidaridad, fue justamente el que eligieron Thiana y siete compañeras más que participaron en una de las cohortes del Diplomado en Construcción de Paz y Transformación Social de Conflictos para diseñar, como actividad final del proceso formativo, una propuesta que aportara a la solución de conflictos entre mujeres. De ahí nació lo que denominaron Transformación de conflictos con espacios de reconciliación comunitaria, propuesta que ha sido avalada por la Fundación El Buen Pastor (FBP), la oficina regional Good Shepherd International Foundation (GSIF) para América Latina y El Caribe, y otras entidades pertenecientes a la Red de Aliados en la ciudad de Bogotá, entre ellas la Fundación Eudes, presente desde hace varios años en el barrio Santa Fe.


Heidy Hochstatter García, Gerente Regional para América Latina de la GISF;  la Hna. Adriana Patricia Angarita Camacho, Directora de la FBP (entidad sin ánimo de lucro ubicada en Colombia y Venezuela); Laura Valeria Zapata Aristizábal (Coordinadora de Programas y Planeación), Juliana Valencia Cardona (Coordinadora de Proyectos) y María Isabel Muñoz Cano (Coordinadora de Talento Humano), también de la  FBP; Claudia Adriana Pérez Esteban y Doris Sánchez Contreras, voluntarias de la FBP en Bogotá, son las otras integrantes del grupo. Todas ellas emprendieron el camino propuesto desde el equipo docente del diplomado para formular esta propuesta, la cual está en proceso de implementación de una prueba piloto y que, por su calidad y pertinencia, fue una de las seleccionadas y reconocidas en la feria-concurso “Juntos Construimos Paz”, evento organizado por la Comunidad de Práctica Caminando hacia la Paz, entre octubre y diciembre de 2023.


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Para diseñar el proyecto, primero analizaron las causas y las consecuencias del problema con mucho detalle, consultando fuentes fiables que les aportaran un panorama lo más fidedigno, veraz y completo posible. Posteriormente, analizaron los actores directos e indirectos involucrados en el conflicto, así como aquellos que podían aportar a su mitigación y gestión, reconociendo el tipo de relación entre ellos. A partir de allí, formularon una teoría de cambio en la que sustentaron el diseño de su propuesta: 

TEORÍA DE CAMBIO DE LA INICIATIVA

Si promovemos la participación de las mujeres en espacios seguros de encuentro y diálogo, en un ambiente de resignificación simbólica, entonces lograrán transformar el lenguaje de uso cotidiano como herramienta de solidaridad y paz, porque al desarrollar estrategias conciliadoras construyen sus proyectos de vida e inciden en los de sus familias y comunidad.

Después, vino la fase de ideación de la estrategia y las actividades a desarrollar, así como el diseño del plan de control y evaluación, para lo cual, como explica Valeria Zapata, tomaron como ejemplos metodologías significativas orientadas a la construcción de paz con mujeres, como lo es ¡Mujer, no estás sola!, con sus grupos de apoyo de mujeres (GAM): 


Partimos de esa experiencia cercana que tenemos en la región, pues hemos implementado dicha metodología en las cinco sedes que tenemos en Colombia y en la sede de Venezuela. En Bogotá, por ejemplo, actualmente no contamos con una sede física, pero mantenemos una articulación con organizaciones aliadas, como la Fundación Eudes, con la cual facilitamos la metodología con mujeres allí vinculadas, permitiéndonos continuar con el ejercicio apostólico en el sector Santa Fe. Dicha experiencia evidenció, en las narrativas de las participantes, que estábamos tratando con un perfil que es prioritario para nosotros como Fundación, y también para GSIF, como lo es el de las mujeres que viven en condiciones de múltiples violencias. 


Esa práctica previa les mostró, entonces, la vivencia de una disputa por el control territorial entre las mismas mujeres, y un choque en las relaciones, manifestado no solo en acciones de agresión, sino en el uso de un lenguaje asimétrico y violento para posicionarse en un rol de poder, como lo manifiesta Juliana Valencia. Por eso mismo, la iniciativa tiene como eje la transformación de esas narrativas, de esa forma de nombrar y referirse a las otras mujeres, de la manera de comunicarse entre ellas, promoviendo un diálogo desde una perspectiva de reconstrucción de las relaciones y del tejido social, y desde la promoción de la empatía y la convivencia, buscando superar prejuicios, divisiones, rivalidades, actitudes y situaciones de exclusión.


El proceso diseñado incluye cuatro componentes fundamentales que, poco a poco, van haciendo más robusto el proceso, complementándolo y enriqueciéndose a medida que se van desarrollando: 


  • Primero, dinamizar espacios de encuentro y conversación que a lo largo de la experiencia han tomado el nombre de ReconectARTE. Buscan facilitar el acercamiento, generar confianza y propiciar el diálogo. También, que con ejercicios artísticos “las mujeres logren mirarse entre ellas, ponerse en el lugar de las otras, empezar a encontrar puntos de identidad común, y disponer el corazón para acercarse a aquellas con quienes se tiene diferencias”, como dice Claudia Pérez.

  • Segundo, tras vivenciar ese primer componente, promover la inclusión y la solidaridad por medio de una estrategia denominada Talleres Retazos, con la que buscan que grupos colombo venezolanos de mujeres construyan habilidades para crear y comercializar, de forma conjunta, manualidades realizadas con materiales reciclados, sacando adelante emprendimientos colaborativos como una alternativa y oportunidad para reconstruir de forma simbólica el tejido social afectado por las relaciones asimétricas, la disputa en el acceso a los derechos y los lenguajes violentos. 

  • Tercero, la realización de un taller más completo, con las mismas participantes, aplicando la metodología ¡Mujer, no estás sola! y sus grupos de apoyo entre mujeres. Esto ha permitido desarrollar aún más capacidades para promover su empoderamiento y poner en práctica valores como la sororidad. Entre otros motivos, porque esta metodología (GAM) “tiene como gran valor permitirle a las participantes, luego, ser multiplicadoras de esta herramienta a otras mujeres”, como resalta Claudia Pérez.

  • Y cuarto, finalizar con la evaluación y sistematización de lo hecho, de tal manera que se pueda consolidar la propuesta y, sobre todo, empezar a aplicarla en otros territorios, incluso en los que se atienden desde las sedes de la Fundación, en la Provincia Colombo Venezolana.


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Si bien todas las autoras trabajan o colaboran en instituciones hermanas, lo cual pudo facilitar el diseño de la propuesta, y si bien ya se tenía acercamientos previos con mujeres del barrio elegido, los testimonios de las premiadas en la feria-concurso resaltan el aporte del Diplomado en Construcción de Paz y Transformación Social de Conflictos pues, como dicen varias, no solo les permitió cohesionarse como grupo, entre el equipo de las organizaciones y las voluntarias, sino también fortalecer las lecturas de los contextos y las realidades, identificar metodologías y herramientas significativas, conocer otras formas de proceder y estrategias impulsadas por otras instituciones para la transformación positiva de los conflictos. También destaca que mediante el ejercicio práctico que se iba haciendo, revisando y enriqueciendo a lo largo de todas las sesiones formativas, se pudo llegar a un resultado digno de recibir apoyo interinstitucional para ser desarrollado.


“Yo creo que Dios nos ha abierto el camino, porque fue por medio de la participación activa en el diplomado que retomamos el pensar en este tema del conflicto entre mujeres migrantes y no migrantes, y fue una oportunidad para que la Fundación también se interesara en él y nos apoyara”, menciona Claudia.


Y complementa Thiana: “nos permitió soñar y nos dio herramientas para hacer esos sueños realidad, porque, justo hoy, por ejemplo, comenzamos la convocatoria en uno de los talleres piloto de la estrategia ReconectARTE, en la sede de la Fundación Eudes”.


Y es que el establecer lazos, redes de colaboración, así como vínculos entre las organizaciones e instancias de la Iglesia, es vital en la construcción de paz, y así lo comprendieron estas participantes en el diplomado, lo que las ha animado a compartir su propuesta en redes y espacios de encuentro entre organizaciones, para que más personas sumen y más entidades apoyen. Eso les ha posibilitado hasta el momento, por ejemplo, hacer un convenio con una productora audiovisual que, mediante ejercicios artísticos, lúdicos, creativos y prácticos, está apoyando los talleres del primer componente, como expone Juliana, y comenzar a establecer alianzas para, más adelante, continuar con la estrategia de los Talleres Retazos.  


Camila Jurado, de la productora, aclara:


Decidimos apoyar estos talleres porque, como nos lo ha enseñado la Hna. Adriana, no solo aprenden ellas, sino que también esto nos permite a nosotros “aportarnos”, al compartir con las mujeres.  Es algo recíproco que nos fortalece como personas.  Por eso, lo que queremos es brindar un espacio para tener el derecho y el privilegio de “habitar y cohabitar”, por medio del arte (juegos escénicos, dramatizaciones, ejercicios vocales, etc.), permitiéndonos conectarnos con nuestra propia voz, con nuestro propio cuerpo, con la capacidad de escucharnos y escuchar al otro, para descubrir quién soy y quién es. De ahí que hemos diseñado un encuentro en el cual, con herramientas artísticas, vamos a poder jugar y crear con la otra persona, sin juzgar quién es, para facilitar lo que sigue después.


La convocatoria es abierta, pero si bien desde la Fundación se puede impactar un número significativo de personas, la presente iniciativa, en su fase piloto, tiene como proyección que por lo menos 20 mujeres (colombianas y venezolanas) se vinculen inicialmente al proyecto y participen activamente en el desarrollo, pues como complementa Valeria, se busca

también posicionar un rostro y una espiritualidad, la del Buen Pastor, para promover que todas las personas aprendan a acoger solidariamente; en este caso, para que las mismas mujeres reconozcan formas de violencia que desdibujan el rostro de quienes las padecen, y para que, juntas, con presencia y acción conjunta entre diversas organizaciones de Iglesia, se reconstruya el tejido y se transformen los lenguajes.


Por eso mismo, las responsables de esta iniciativa agradecen el premio y la ayuda financiera que este incluye y hacen un llamado extensivo a todas las instituciones y personas que deseen vincularse de alguna forma para el desarrollo de la propuesta, para que esta logre los resultados y la incidencia esperada:


El sueño grande es impactar a un número significativo de mujeres, y que logremos fortalecer las actividades. Por ejemplo, logrando que, al final de los Talleres Retazos, se logre constituir una asociación de mujeres y que ellas alcancen a impulsar unos emprendimientos que les permitan obtener unos ingresos económicos, porque este es un pilar fundamental para encontrar una estabilidad e independencia económica –comenta Claudia–. 


Valeria, por su parte, señala la importancia de “hacer una feria para visibilizar los proyectos de transformación de tejidos, no solo para que ellas den a conocer sus proyectos productivos, sino el impacto que ha tenido esta iniciativa en la vida y dignidad mujeres”


En resumen, esta iniciativa es un proyecto semilla en el que ya se han desarrollado acciones significativas, como el acercamiento a la población, la gestión de los espacios físicos, la articulación con la productora audiovisual y, al momento de publicarse este artículo, la implementación de varios talleres de ReconectARTE.


Por eso, vale la pena resaltar y apoyarla, para que con rigor y optimismo, cada vez haya más condiciones para que las mujeres vivan una vida sin violencias, y para que los conflictos, por mínimos que parezcan, sean superados, generando hermandad entre colombianas y venezolanas.

Conozca más de los espacios de reconciliación comunitaria

entre mujeres de Colombia y Venezuela

Sentir y expresar...

Desde mi experiencia como migrante venezolana, y como participante en GAM, a mí el Diplomado me dio muchas herramientas para poder algo que deseo: ayudar a mujeres que, como yo, tuvieron que irse de su propio país, y que vivieron situaciones que hicieron que, incluso, tuviéramos temor o no quisiéramos hablar con otros compatriotas o, incluso, con familiares, por las diferencias en las formas de pesar o en las opiniones políticas.

Thiana

Fue muy significativo conocer formas de accionar, formas de encarar situaciones de conflicto y otras experiencias de construcción de paz desde otras instituciones. Como Fundación nos ha permitido tener una organización y poder autoevaluar nuestras iniciativas, y fortalecer las acciones de transformación que planteamos.

Juliana

Creo que lo más interesante del diplomado fue resignificar la idea de conflicto, porque somos un país que, por nuestra historia, ha asociado ese concepto con lo ‘armado’, con las violencias, desconociendo o minimizando los conflictos cotidianos de otros tipos, como los que se viven al interior de las familias, o los que viven las personas que han sufrido la migración interna o externa. También, que es posible solucionar los conflictos desde acciones cotidianas, que conecten con la realidad de la otra persona, y que la hagan sentir parte de la solución.   

Valeria

Para mí lo mejor fue pensar y plantearnos un proyecto desde cero; y que nos animaran a hacer la prueba piloto, con prueba y error; ha sido muy significativo para mí como persona y profesional. Me mostró que es posible afrontar conflictos que tal vez no son de tanta magnitud, pero que hacen muchos daños; por ejemplo, entre vecinos, entre compañeros de trabajo o en la misma familia. 

Claudia

Todas las personas e instituciones que deseen vincularse como voluntario y/o donante para apoyar esta experiencia, pueden comunicarse con:

Hna. Adriana Patricia Angarita Camacho 

Directora de la Fundación El Buen Pastor Provincia Colombo-Venezolana

Por: Gloria M. Londoño Monroy, FICONPAZ

2024

 
 
 
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En el diccionario de la paz, abordamos el concepto de COMUNIDAD, desde las vivencias y aportes de caminantes de paz de Honduras y México.



Caminando Hacia la Paz - Comunidad de Práctica

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Actualizado: 12 jun 2024

 Edificando paz con pilares sólidos en Latinoamérica y El Caribe 


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Inquietarse es un motivo. Querer, el comienzo. Hacer, el avance. Pero aprender, y sobre todo, de forma constante y consciente, es lo diferencial en la construcción de paz. Y es que edificar procesos sociales no es como pegar ladrillos, sino ponerles bases fuertes a los procesos, para que, como otro tipo de obras, no se derrumben al primer temblor o escollo, y para que lo que se haga no traiga nuevos problemas, sino los beneficios y las transformaciones necesarias y esperadas.


Justamente ese es el sentido del Diplomado en Construcción de Paz y Transformación Social de Conflictos ofrecido, entre 2022 y 2023, por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), el Centro Bíblico, Teológico y Pastoral (CEBITEPAL), Catholic Relief Services (CRS), el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad José Simeón Cañas (IDHUCA) de El Salvador y la Comunidad de Práctica Caminando Hacia la Paz: que quienes participen fundamenten su quehacer con conocimientos y habilidades, a partir de experiencias y recomendaciones de personas y entidades comprometidas con la construcción de la paz, la prevención y la gestión de violencias y conflictos, cuyas vivencias y prácticas, basadas en una constante revisión de las evidencias, les han permitido consolidarse como verdaderos artesanos de paz. 


El Diplomado es una propuesta formativa desde la Iglesia católica que pretende contribuir a desarrollar capacidades de observación, análisis y actuación, necesarias para formular, gestionar y evaluar iniciativas pastorales tanto orientadas a la prevención de violencias y conflictos, como a su atención cuando se producen.


A continuación explicamos un poco más los antecedentes, la propuesta metodológica y los horizontes de esta propuesta educativa para aprender a construir paz.


Colaborar y compartir aprendizajes: el origen del Diplomado


En 2011, la Conferencia Episcopal Mexicana, ante la situación del desbordamiento de las violencias que desató la declaratoria de guerra del gobierno a los cárteles del narcotráfico, se acercó a la colombiana para solicitarle orientación sobre cómo afrontar la situación, dada la trayectoria de esta última en la atención integral de este tipo de realidades que atentan contra la paz. 


Como parte de las acciones definidas de contribución y transferencia, la colombiana  Rosa Inés Floriano, quien hacía parte del Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana, diseñó un primer diplomado pensando en cómo contribuir a la transformación de estas dinámicas desde todo el quehacer social de la Iglesia. En 2013, comenzó a ofertarse, en varias versiones presenciales; solo la última, en 2019, fue virtual por la pandemia.  


Esa experiencia fue conocida por el padre Francisco Hernández Rojas, quien era secretario ejecutivo de Cáritas Latinoamericana. Convencido y esperanzado con la propuesta, solicitó documentarla y convertirla en un programa formativo más amplio, para ser llevada a otros países. Así surgió, en 2022, el actual diplomado, con apoyo de Susana Nuin Núñez, en aquel tiempo Coordinadora del CEBITEPAL, y de otras entidades que se sumaron aportando docentes y conocimientos


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Desde sus inicios, el diplomado se pensó, desde una dinámica virtual, flexible, dialógica y colaborativa,  para ser ofrecido en países o entidades específicas, de tal forma que se facilitara la participación sin requerir desplazamientos y grandes inversiones, la contextualización de los contenidos en realidades concretas, complejas y cercanas, y la colaboración constructiva de iniciativas. Así, 470 personas han culminado la formación, en seis grupos diferenciados. El primero, ofertado para toda la región de Latinoamérica y Caribe; el segundo, en Paraguay; los dos siguientes para Centro América, el quinto para El Caribe y el sexto para la Zona Andina.


En cuanto a su estructura curricular y metodología, el diplomado incluye encuentros sincrónicos periódicos, diseñados bajo el método teológico pastoral de Ver, Juzgar y Actuar, en los que se abordan temas relacionados con la fundamentación conceptual para la construcción de la paz, el análisis del contexto y de los conflictos, la planificación de programas integrados e iniciativas de transformación social, las herramientas y estrategias de acompañamiento y seguimiento a los procesos, y los mecanismos para la evaluación de los esfuerzos, las actividades y las acciones. También, otros donde se analizan experiencias o casos reales de entidades que hacen parte de la comunidad Caminando hacia la Paz.    Todo esto, con apoyo de una plataforma de aprendizaje en línea facilitada por el CEBITEPAL.


Método Ver, Juzgar, Actuar, adoptado por la Doctrina Social de la Iglesia

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Para evidenciar las comprensiones, los y las participantes se organizan por equipos, para diseñar y compartir, como resultado del proceso, iniciativas pastorales orientadas a atender conflictos específicos de sus propios entornos.


Todo lo anterior es dinamizado por un equipo formador de gran nivel, conformado por Isabel Aguilar Umaña (Guatemala), Diego Carranza (El Salvador), Richard Jones (El Salvador), Thomas Bamat (Ecuador) y la misma Rosa Inés Floriano (Colombia), entre otros docentes. Además, se cuenta con invitados de Cáritas El Salvador, el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) por la Paz, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), la Fundación Instituto para la Construcción de la Paz (FICONPAZ) de Colombia, y la Coordinación Territorial en Jinotega de Cáritas Nicaragua, entidades que comparten metodologías de gran valor.


Ahora bien. A finales de 2023, se invitó a egresados(as) del diplomado a participar en la feria de iniciativas y el concurso Juntos Construimos Paz. Esto permitió compartir los proyectos que se diseñaron durante la formación, algunos ya en fase de implementación con apoyo de varias organizaciones, en los cuales se “abordan los desafíos que obstaculizan la paz en nuestras sociedades, permitiendo la cristalización de ideas inspiradas, del compromiso sostenido y de la creencia en un mundo donde la paz puede ser cultivada y compartida”, como se mencionaba en dicha convocatoria (daremos cuenta de las iniciativas ganadoras en otros artículos publicados en esta caja de herramientas).

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Artesanos de paz forman a nuevos artesanos: testimonios de quienes han hecho posible esta experiencia


Desde la segunda versión del diplomado, la maestra mexicana Patricia Chávez Rosas asumió la coordinación académica, acompañada en la coordinación operativa por el colombiano Miguel Ricardo Gómez y, por parte del CEBITEPAL, por Cristina María Cabrera (en los dos primeros diplomados), Geraldine Hernández (en los dos siguientes)  y la Hna. Maritza Martínez Rodas (en los dos últimos).


Bajo la coordinación de Patricia, científica e investigadora en temas de pedagogía, didáctica y desarrollo humano, con una valiosa trayectoria en organizaciones educativas y en la Cruz Roja Internacional como asesora pedagógica, las versiones del diplomado comenzaron con un proceso de planeación conjunta con el equipo docente, buscando cualificar el proceso académico, consolidar la metodología de enseñanza, construir cartas didácticas o descriptivas de cada módulo, y establecer estrategias pedagógicas pertinentes.  De igual forma, con una caracterización previa de las personas participantes, para comprender mejor sus perfiles y establecer posibles estrategias de acompañamiento y de adecuación de los contenidos y actividades formativas, de acuerdo con las necesidades de sus contextos y organizaciones. Así mismo, se realizaron procesos de evaluación y documentación de las experiencias para gestionar el conocimiento adquirido e ir cualificando el programa académico.


Para Patricia, la modalidad virtual ha sido esencial, en tanto ha facilitado la participación de personas situadas en territorios alejados de los centros urbanos, ofreciendo 

(…) un universo de posibilidades para responder a necesidades reales y latentes, de gente que se pregunta “qué puedo hacer”, “con qué puedo colaborar”, “quiero ayudar, pero no tengo la menor idea de cómo hacerlo” o “si hago, cómo hago para no arriesgarme al no saber manejar ciertas situaciones”.  Yo creo, entonces, que el diplomado sí está haciendo la diferencia en muchísimos lugares y con muchísimas personas, al dar bases y sustento con información y herramientas que pueden verdaderamente aplicarse.


Por su parte, Rosa Inés Floriano, hoy Directora Ejecutiva del Instituto Interamericano por la Paz y la Reconciliación INSPyRE, añade que el esfuerzo ha sido bastante significativo, pues ha posibilitado

(…)  la confluencia de oportunidades, pues en el mundo eclesial hay una gran inquietud y necesidad de acceder a bases conceptuales, herramientas y experiencias de referencia que permitan orientar la labor de la Iglesia en la construcción de paz. Por ejemplo, ha permitido que la caja de herramientas de la Comunidad de Práctica Caminando hacia la Paz sea apropiada, pues me llamó la atención que, en la feria de iniciativas, varios de quienes pasaron por el diplomado mencionaron que habían utilizado en su proyecto –o están empleando– varias de las herramientas que han descargado de allí, lo que supone hacer un aporte significativo para mejorar lo que hacen los practicantes de la paz.


De otro lado, Cecilia Suárez, de CRS, entidad miembro de Caminando hacia la Paz y que apoya la implementación del diplomado, opina que esta formación se ha consolidado como un proceso de transformación en la manera como se construye paz desde las bases de la Iglesia, y que las entidades que hacen parte de la comunidad de práctica, con un enorme acervo en esta materia, lo han compartido con equipos de otros países distintos a los de sus zonas de influencia. Esto ha otorgado al diplomado un valor añadido, al estar basado en el análisis de casos reales y prácticos, en distintos contextos, con metodologías diversas e, incluso, algunos con recursos limitados, lo que ha demostrado que, pese a los inconvenientes, es posible sacar los proyectos adelante.  Igualmente, considera invaluable 

(...) el hecho de que se ha permitido conectar, en espacios regionales, a expertos técnicos que lideran microiniciativas y macroprocesos de construcción de paz, con aquellos expertos de trabajo que son la base de la Iglesia en los distintos lugares y comunidades, y poner al servicio de ello las herramientas que cada vez más se ofrecen en la caja de herramientas de la comunidad de práctica Caminando hacia la Paz. Esto es esencial no solo para visibilizar lo que de forma independiente hacen los actores eclesiales en cada país o territorio, sino para cohesionar esfuerzos, talentos y recursos de la misma Iglesia. 


Finalmente, Susana Nuin Núñez comenta que el valor “del diplomado, en singular, como modelo educativo para la paz”, y  de “los diplomados, en plural, como procesos educativos, cada uno con particularidades específicas”, radica, también, en la forma sinodal de concebirlo y encararlo, y en que se basa en prácticas de paz reales, con buenas incidencias y reflejos, ambos aspectos que robustecen la propuesta formativa:

En el CELAM habíamos dado cursos sobre resolución de conflictos, pero tal vez con propuestas educativas un poco más aisladas entre sí. Por eso, este diplomado nos pareció muy completo y acertado para abordar las realidades de todas las regiones de nuestra Latinoamérica, pues hacía falta esa integralidad, ya que entendíamos que era (y es) necesario fortalecer ese tejido y esa cultura que se requieren para la construcción de paz. Además, porque incluye la identificación y la acción para afrontar los conflictos, algo que tenemos que fomentar, pues nuestro continente está minado de situaciones inquietantes, de violencias leves  y profundas, de conflictos latentes y manifiestos. También, porque nuestra América es un continente que tiene sangre en sus venas, que llama a la unidad, la fraternidad y hermandad, para hacer frente a intereses que fagocitan los esfuerzos y que no permiten que esto de la paz coagule.


Yo no creo que el fin justifique los medios, sino que los medios y los fines van unidos; tienen que ser coherentes. Y este diplomado es coherencia, al estar hecho en sinodalidad, hecho con personas expertas que no solo miran la teoría, sino que miran y experimentan a diario la práctica, hecho con docentes y desde instituciones que han actuado y actúan en pro de la paz, ofreciendo una cosmovisión integral y novedosa.


El Futuro del diplomado: un alto en el camino para repensar la acción


En la actualidad, el ejercicio realizado está siendo evaluado para buscar nuevas posibilidades, renovar contenidos y estrategias, y dar impulso a las iniciativas diseñadas por los y las participantes, favoreciendo la colaboración interinstitucional. 


También, se está evaluando no solo hacer convocatorias abiertas a diversas personas, sino ofrecer el diplomado a equipos de trabajo de instituciones concretas, adaptándolo a sus necesidades y contextos, de tal forma que los resultados del proceso puedan trasladarse a proyectos que puedan ser gestionados, generando nuevos conocimientos. 


Del mismo modo, como explica la maestra Patricia:

Por una cuestión multiplicadora, deseamos formar formadores que puedan, en ciertos lugares, replicar el diplomado, con apoyo de materiales y medios que habría que crear para apoyar este proceso formativo. Además, como este proceso no solamente se queda en los conceptos, sino que se conecta a la gente, consideramos que vale la pena pensar en cómo potenciar aún más esa conexión al culminar la formación, y que las mismas personas que terminan uno de los diplomados puedan seguir participando (por ejemplo, compartiendo sus iniciativas con los nuevos estudiantes), para que se consoliden como nuevos formadores de la paz.


Los retos son muchos, pero mientras se reflexiona sobre cómo afrontarlos y cómo responder con una formación que reconozca los contextos cada vez más complejos, se observa con ilusión una nueva edificación que, tomando como referente al diplomado, se está llevando a cabo en Honduras, como lo explica Rosa: 


Estamos lanzando una nueva experiencia formativa, pero con docentes, en el campo de la educación formal. Eso, por ejemplo, representa una muy buena oportunidad porque implica centrar los contenidos y las actividades de enseñanza y de aprendizaje en el contexto escolar. Eso llevará a que las iniciativas se anclen en esa realidad, que propongan soluciones concretas, y nos compromete con ayudar a “aterrizar” mucho más el aprendizaje en un ámbito puntual. Y es que cuando son cursos abiertos, la diversidad de los y las participantes –en cuanto a sus ámbitos de acción y sus niveles de conexión con las instancias de la Iglesia– presenta el desafío de lograr ese nivel de “aterrizaje” plasmado en iniciativas viables. Pese a eso, algunas han logrado consolidarse, y eso es ya un gran logro.


En definitiva, el diplomado representa una oportunidad para quienes asumen el compromiso de propiciar, acompañar y gestionar procesos que, de forma sólida y potente, conlleven la prevención, atención y mitigación de los efectos de los conflictos y las diferentes formas de violencia. Una oportunidad para que personas artesanas de paz, en su labor pastoral, en el día a día, ayuden a cimentar una paz que se manifieste en espacios, prácticas y culturas de confraternidad y reconciliación, y que haga de los principios del Evangelio sus pilares. 


Junio de 2024

Por: Gloria M. Londoño Monroy

FICONPAZ

 
 
 
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