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2025

  • Foto del escritor: Caminando hacia la Paz
    Caminando hacia la Paz
  • 26 mar
  • 8 Min. de lectura

Tejiendo esperanza en los caminos de la memoria y la dignidad


Xiomara Guadalupe Bedoya Mendoza es una mujer profundamente comprometida con la memoria, la justicia y la verdad en Guatemala, un testimonio vivo de resiliencia, compasión y esperanza inquebrantable. Sus pasos, marcados por la búsqueda de justicia y dignidad, trazan un sendero de sanación que va más allá de la recuperación personal, para convertirse en un abrazo colectivo que sana heridas ancestrales.


Raíces de compromiso

Xiomara hace parte de una familia de cuatro hermanos, siendo la única mujer y la más pequeña. Sus padres, casados por más de 50 años, le inculcaron valores de solidaridad y amor. "Mis papás estuvieron casados más de 50 años. Mi papá falleció hace tres años. Soy la más pequeña y la única mujer de cuatro hermanos. Mis tres hermanos están casados. Uno falleció en 2024, mi hermano menor," recuerda Xiomara con nostalgia.


“Tengo tres hijos, el primero tiene 34 años, el segundo 30 y el tercero 23. Mi hijo mayor tiene una niña de 11 años, entonces también soy abuela”.


“Cuento con la fortuna de integrar una familia unida. Yo amo a mis hermanos, somos muy solidarios. Me siento muy cuidada y acompañada por ellos, también muy apoyada por mis padres. Mi relación con mis hijos es muy positiva, nos tratamos con mucho amor”, expresa Xiomara con gratitud y amor.


Xiomara recuerda sus primeros frutos profesionales. “Soy maestra, es mi primera carrera”, señala con orgullo. Durante cuatro años, trabajó en la educación primaria, conectando con los niños y los jóvenes que más necesitaban su apoyo. Después de graduarse como Maestra de Educación Primaria, decidió estudiar psicología, para profundizar en la comprensión de las heridas del alma y encontrar formas de sanarlas.


Ya en el ejercicio como psicóloga, se le presentó la oportunidad de unirse al Grupo de Apoyo Mutuo, una organización que nació de la iniciativa de un colectivo de mujeres en busca de sus familiares desaparecidos durante el conflicto armado Interno en Guatemala. Xiomara trabajó allí durante nueve años, primero como secretaria, y poco a poco, su pasión y dedicación la llevaron a convertirse en una pieza fundamental de la organización.


“Mi paso por el Grupo de Apoyo Mutuo marcó un antes y un después de mi ejercicio profesional y de mi apuesta de vida. En Guatemala hay un movimiento social muy fuerte por el tema de la búsqueda de los desaparecidos, ligado al tema de los derechos humanos y por el acompañamiento a las mujeres y a las personas que están en esa tarea tan fuerte, tan dura, de buscar y de encontrar a sus seres desaparecidos. Este camino de nueve años, las vivencias y los aprendizajes, influyó en el resto de mi apuesta personal y profesional”.


“Cuando estudiaba psicología, pensaba que sabía lo que era el dolor, pero no podía imaginar el impacto que tenía en las personas que lo vivían. El simple acto de escuchar, de permitir que alguien expresara sus heridas, era un acto de humanidad”, señala Xiomara a propósito de los aprendizajes que le dejó este proceso. “Escuchar a personas que habían vivido la desaparición de sus seres queridos, la masacre, la detención, fue un caminar por el dolor y la tristeza, pero también un encuentro con la compasión y la empatía”. Y es precisamente ese proceso lo que le hace amar su trabajo, especialmente el acompañamiento a las mujeres, quienes ocupan un lugar especial en su corazón.


El impacto de las exhumaciones

El acompañamiento psicosocial durante las exhumaciones e inhumaciones de restos humanos fue una parte fundamental del trabajo de Xiomara en el Grupo de Apoyo Mutuo. Este proceso permite a las familias encontrar a sus seres queridos desaparecidos, comprender y dignificar la memoria, lo que contribuye a cerrar un ciclo de dolor. 


Según datos de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), desde 1997 se han exhumado más de 8.000 cuerpos en todo el país, lo que ha permitido identificar a más de 3.500 personas desaparecidas durante el conflicto armado (FAFG, 2023). "Cuando se realizaban las exhumaciones, era un choque emocional para familiares y personas de la comunidad, porque obviamente estábamos entregando restos humanos en huesos y eso generaba un impacto muy fuerte en los presentes", explica Xiomara.


El proceso de exhumación requiere una preparación y un acompañamiento psicosocial de compromiso. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) ha documentado que más de 200.000 personas fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas durante el conflicto armado en Guatemala (CEH, 1999). "Eso implicaba un trabajo y una preparación muy fuerte para explicarle a las personas en qué consistía una exhumación y cómo podían afrontar el recibir a sus seres queridos en otras condiciones físicas; para ello nos apoyamos con fotografías para ilustrar los pasos de una exhumación", siempre en coordinación en con el equipo responsable de la FAFG, detalla Xiomara.



La influencia de la Iglesia y de monseñor Gerardi

El 24 abril 1998, Xiomara tuvo la oportunidad de asistir a la presentación del informe "Guatemala: Nunca Más" , liderado por monseñor Juan Gerardi y un equipo pastoral, articulado en el Proyecto REMHI, que recoge el esfuerzo de la Iglesia guatemalteca para documentar la verdad sobre el conflicto armado, rompiendo el silencio y rescatando la memoria de las víctimas. El informe revela el dolor de la guerra, llama a la reconciliación y a contribuir a la construcción de una sociedad más justa, basándose en valores éticos y en el compromiso con la dignidad humana. Este informe fue un hito en la recuperación de la memoria histórica de Guatemala, documentando las atrocidades cometidas durante el conflicto armado. El país sufrió más de 36 años de guerra, que dejaron más de 40.000 personas desaparecidas, masacres en comunidades y una estela de dolor muy profunda.


La presentación del informe fue un momento crucial, pero también trágico. "A los dos días de la presentación, matan a monseñor Gerardi; sin embargo, la Iglesia siguió comprometida con el acompañamiento a las personas y con el compromiso con la memoria, la verdad y la justicia", afirma Xiomara.


La Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG)

Tras nueve años de dedicación en los Grupos de Apoyo Mutuo, Xiomara se vio obligada a dejar la institución por motivos de salud. Durante el año siguiente, mientras buscaba nuevas oportunidades, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG) le abrió las puertas a Xiomara para ser parte del equipo de psicólogos que atienden procesos de inhumación, así como en otros proceso de acompañamiento psicosocial que se fueron generando con el transcurrir del tiempo (grupos de Promotoras Voluntarias Comunitarias de Salud Mental, atención y transformación de conflictos sociales, atención de casos a nivel individual, acompañamiento psicosocial a personas criminalizadas por la defensa de los derechos humanos y del territorio, y a líderes comunitarios).  


"La ODHAG tiene dos áreas: el Área de Cultura de Paz que trabaja todo lo relacionado con educación y memoria histórica, y el Área de Defensa de la Dignidad Humana, que es donde yo estoy y desde donde atendemos y acompañamos todos los casos, directamente, con personas que están afectadas por la violencia", detalla Xiomara y agrega: “es un trabajo muy comprometido y sentido el que hacemos porque, desde esta área, se busca promover la dignidad y los derechos de las víctimas de violaciones de derechos humanos mediante un acompañamiento multidisciplinario integral, que incluye aspectos jurídicos, psicosociales y humanitarios. Gran parte de nuestro trabajo se centra en la búsqueda de verdad, justicia y reparación, acompañando procesos de sanación individual y comunitaria, con el objetivo final de restablecer derechos y construir una sociedad más fraterna y solidaria. Acá, desde hace 17 años, la vida me puso, de nuevo, en un lugar donde puedo crecer como persona y como profesional, me siento feliz, bendecida y comprometida”.


Durante la pandemia del COVID-19, Xiomara recibió formación en la metodología GAM ¡Mujer, no estás sola!, que busca la creación de Grupos de Apoyo de Mujeres (GAM) mediante una ruta de formación que se convierte en un camino de sanación para que ellas mismas emprendan un proceso personal de transformación.

Esta metodología se ha convertido, también, en una herramienta fundamental para el trabajo de Xiomara, y le ha permitido acompañar a mujeres en procesos de sanación y empoderamiento. "Es emocionante verlo y vivirlo. Yo, al inicio, les parezco a ellas una extraña, y después me cuentan más de cerca sus historias, me abren su corazón, me comparten sus sueños y sus logros, entonces lograr ver esos cambios ha sido de mucha satisfacción", reflexiona.


Xiomara ha implementado la metodología GAM en varios grupos de mujeres en diferentes municipios de Guatemala: "El primer grupo lo conformaron 15 al inicio, luego se quedaron 12 y todas ellas sufrían violencia”.


El proceso de implementación no ha sido fácil, pero los resultados han sido transformadores. "Con el primer grupo, en 2022, me costó un poco. El reto era lograr el interés de ellas en estos procesos y la comprensión de la importancia y sanación emocional. En los grupos hay mujeres que toman nota de los puntos que para ellas son importantes, otras tienen limitación para escribir; entonces lo ideal es buscar imágenes y adaptarlas según el contexto, y poder facilitar la metodología para hacer las presentaciones", explica Xiomara.


Actualmente, la metodología GAM ha llegado, de la mano de Xiomara, a 90 mujeres de municipios y comunidades muy diversas como Chinautla, Alta Verapaz, El Progreso, Sacatepéquez y en la Ciudad de Guatemala.


La sororidad y el empoderamiento

Para las participantes, la metodología GAM ha permitido fomentar la comunicación, generar confianza porque pueden expresarse sin ser juzgadas, generar espacios de escucha activa, promover los valores, el respeto y la empatía con otras mujeres. En los últimos años, Xiomara ha concentrado su trabajo en el empoderamiento de mujeres a través de los grupos GAM. Su labor va más allá de un simple acompañamiento; se trata de un proceso de sanación y reconocimiento.


Una profunda filosofía de sororidad guía el trabajo de Xiomara y el horizonte del proceso, tal como ella señala: "Nuestra intención es que se lleven todo lo aprendido, pero que no se quede en ellas, es para la amiga, para la mamá, para la vecina, para la hija… para todas".


El empoderamiento de las mujeres es un proceso continuo y transformador. "Incluso cuando terminamos el proceso, las mujeres siguen. Hay mujeres que siguen y que multiplican todo lo que ya vieron. Tenemos muchos casos de mujeres que ya procuran espacios para apoyar a otras, eso ya es muy satisfactorio porque da cuenta de una acción sorora de transformación", explica Xiomara.


Lo recorrido y las sendas por caminar

Xiomara agradece a la vida por haberla llevado a estos espacios de trabajo y de crecimiento personal, pero siente que aún queda mucho por hacer. “Doy gracias a la vida que me trajo a estos espacios, muy duros, la mayoría de las veces, muy duros… pero también de vivencias que me marcaron”, expresa con gratitud.


Recapitula algunos de los momentos que más lleva en el corazón de todo su camino, como los reencuentros de padres con niños desaparecidos, los reencuentros de familias enteras y “los reencuentros de los que sobrevivieron con los que fueron desaparecidos, eso también llena de satisfacción porque es ayudar a sanar heridas”.  


En la balanza de lo personal, ahora también ocupa un gran espacio todo el trabajo y las vivencias con las mujeres GAM porque, como ella misma lo dice, “trabajar con grupos de mujeres que encontraron sus propias fuentes de poder personal, es todo un motivo de esperanza y me renueva en mi compromiso por dejarle a esas mujeres, a sus familias, a sus comunidades y al país, una senda de equidad donde los sueños de todas y de todos, caben y son valorados”. 


 

Textos: Carlos Henao - FICOPAZ

Fotografías: ODHAG

2025

  • Foto del escritor: Caminando hacia la Paz
    Caminando hacia la Paz
  • 19 mar
  • 9 Min. de lectura

Programa de empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia, de Pastoral Social - Cáritas Bolivia.


Programa Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia, de Pastoral Social - Cáritas Bolivia.

En los pliegues de la geografía boliviana, donde la vulnerabilidad social se entreteje con historias de resiliencia, la Pastoral Social Cáritas Bolivia impulsa el programa "Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia", que da vida a un movimiento de transformación social con mujeres jóvenes. Desde 2023, esta iniciativa no solo desafía las estructuras tradicionales de asistencia social, sino que dibuja un nuevo concepto de empoderamiento femenino.


La misión es audaz y profundamente humana: promover la dignidad no como un concepto abstracto, sino como una realidad tangible y vívida. Se trata de un camino de sororidad que trasciende la mera ayuda económica para convertirse en un proceso de reconstrucción personal y colectiva.


Contexto de la violencia contra las mujeres en Bolivia, un diagnóstico que va más allá de los números

Bolivia arrastra una dolorosa herencia de violencia estructural contra las mujeres, especialmente entre los 18 y 30 años, un periodo crítico de definición personal y proyección vital. Las estadísticas no son simples números: representan historias interrumpidas, sueños fragmentados, potenciales silenciados.


Las cifras de violencia contra las mujeres en Bolivia revelan una alarmante realidad social: en 2023, el país registró 127 feminicidios y 355 intentos de cometer este delito, mientras que en el departamento de La Paz se contabilizaron 32 feminicidios. Según datos de la Fiscalía General del Estado y el Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer, estas estadísticas se complementan con 661 casos de violencia sexual a nivel nacional y aproximadamente 180 en La Paz.


De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), Bolivia cuenta con una población total de 12.223.820 habitantes en 2023, de los cuales aproximadamente 6.191.196 son mujeres, representando el 50,6% de la población total. Estas cifras demográficas contextualizan la magnitud de la violencia de género, evidenciando que es un problema estructural que afecta a más de la mitad de la población boliviana, exigiendo atención inmediata, políticas públicas efectivas y un compromiso social profundo para revertir esta crítica situación.


“El programa de Empoderamiento económico y sororidad nace como una respuesta integral a esta realidad. No se trata solo de generar ingresos, sino de desmantelar los sistemas de opresión que perpetúan la vulnerabilidad. Cada estrategia, cada intervención, busca reconstituir la autonomía de las mujeres jóvenes”, asegura Andrea Vargas, técnica de programa en género en la Pastoral Social - Cáritas Bolivia.


Génesis del programa. Cartografiando lo invisible 

Tomás Ribera, coordinador nacional del Programa de Economía Solidaria en Pastoral Social - Cáritas Bolivia, recuerda el momento fundacional del proyecto con una mezcla de pasión y memoria: "Visualizamos un territorio invisible: esas zonas periféricas donde la pobreza no solo es económica, sino también de oportunidades y reconocimiento".


La mirada estaba puesta en las jóvenes que el sistema había relegado: aquellas que abandonaron la escuela por violencia familiar, por necesidad económica, por la suma de opresiones que se entrelazan silenciosamente. 


Tomás Ribera rememora que “al iniciar la fase de diseño del programa, queríamos llegar a esas zonas periféricas marginales de la ciudad de La Paz porque la mayoría de los programas que llegan, a través de ONG y fundaciones, se enfocan en el municipio de El Alto, donde hay mucha pobreza, pero no llegan a las laderas de La Paz. Por eso queríamos llegar justamente con este programa a aquellas mujeres jóvenes, muchachas que estaban en situación de violencia, que no habían terminado el colegio y que lo habían abandonado por diversos problemas personales; o a quienes habían terminado la secundaria, pero no habían tenido nunca la oportunidad de capacitarse técnicamente por falta de recursos".


La primera convocatoria fue un acto de esperanza colectiva. A través de redes sociales y alianzas comunitarias, 128 mujeres de cinco macrodistritos de La Paz respondieron al llamado. No era una invitación a ser asistidas, sino a ser protagonistas de su propia transformación.


Esta siembra de esperanza tuvo, desde el inicio, el apoyo de MariaMarina Foundation, cuya confianza y compromiso hicieron posible transformar sueños en realidades. Gracias a su respaldo, cada mujer que responde al llamado descubre su fuerza, reconstruye su camino y se convierte en protagonista de un cambio que, seguramente, trascenderá generaciones.

Programa Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia, de Pastoral Social - Cáritas Bolivia.

Tejiendo redes de sororidad

Lo más revolucionario del programa no fue su diseño inicial, sino la red de solidaridad que lo sostiene. Más de 15 organizaciones se unieron no como simples colaboradoras, sino como tejedoras de un mismo sueño. Desde FMK, Visión Mundial, SOS, Save The Children, Maya Paya Kimsa, ENDA, CEMSE, PRO MUJER, Policía (Unidad de Género) (FELCV), IJM, SEPAMOS, Dirección Plurinacional de juventudes, CEA Señor de la Sentencia, CEP Bicentenario A, cada institución generó compromisos y sumó esperanzas.


Andrea Vargas describe este proceso como "una alquimia de voluntades". Cada organización trajo su experiencia específica, creando un ecosistema de apoyo que va mucho más allá de la intervención tradicional.


Para apoyar el proceso de formación, el equipo de Cáritas Bolivia diseñó e implementó un material pedagógico que serviría de soporte para los grandes frentes del programa. Así, el componente de formación contaba con dos cartillas: una de empoderamiento económico y otra de empoderamiento personal


Y para garantizar aún más las posibilidades de apoyo a las jóvenes en temas de protección y jurídicos, se logró establecer alianzas con los gobiernos municipales de La Paz, Coroico, Caranavi y Patacamaya, así como con la Secretaría de Educación y Desarrollo Social, la Secretaría de Desarrollo Económico y con la Agencia Bien Común. 

Programa Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia, de Pastoral Social - Cáritas Bolivia.

Metodología GAM: un abrazo colectivo de transformación

La integración de la metodología GAM - ¡Mujer, no estás sola!, en 2024, con el apoyo de CRS, marcó un punto de inflexión en el programa. Estefany Navarro, llegada desde México en abril, realizó la transferencia metodológica a 30 mujeres capacitadoras de diferentes sedes de Cáritas en La Paz, Coroico, Caranavi y Patacamaya.


El programa, con la integración de la metodología GAM, se convirtió en un abrazo colectivo que permitió a cada mujer reconectar con su potencial interior y fomentar la creación de grupos de apoyo de mujeres, así como la elaboración de un itinerario de formación que se convierte en un camino de sanación para que ellas mismas emprendan un proceso personal de transformación.


La metodología GAM - ¡Mujer, no estás sola! brinda un acompañamiento profundo que trasciende la asistencia tradicional. Su alcance es multidimensional: atiende casos de violencia de género en sus niveles primario, secundario y terciario, utilizando un enfoque vivencial y psicosocial integral.


Implementada ya en diversos países de América Latina como Argentina, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y República Dominicana, la metodología GAM se distingue por su capacidad de tejer redes de apoyo y reconstrucción personal. Andrea Vargas profundiza sobre el alcance de su implementación: "Trabajamos con estas mujeres en prevención y protección frente a la violencia, reconociendo que la mayoría ha experimentado alguna forma de violencia en su vida". El proceso no se limita a identificar problemáticas, sino a construir estrategias de empoderamiento y sororidad.


Los resultados hablan por sí mismos. En una primera fase, la metodología GAM se transfirió a las 128 jóvenes vinculadas al Programa. En la segunda fase, en 2024, ellas fueron las encargadas de liderar la transferencia de esta metodología a otras 371 mujeres jóvenes. En La Paz se han constituido cuatro grupos GAM, expandiéndose a otras regiones como Coroico, Caranavi y Patacamaya, totalizando ocho grupos de apoyo mutuo.


Tomás Ribera destaca un elemento crucial: "Esto no termina cuando finalizan los talleres. Los grupos continúan reuniéndose, compartiendo, capacitándose y fortaleciéndose mutuamente". Es un proceso vivo, en constante evolución, donde la sororidad se convierte en el principal instrumento de transformación social.


Andrea Vargas destaca que uno de los frutos más visibles del programa “Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia" es el tema de la sororidad y las redes de apoyo, porque les da herramientas a las jóvenes para expresar oportunamente las situaciones difíciles que les pasan y, ahora, entre ellas, tienen una sólida red de apoyo, de acompañamiento, de escucha y también de acción. “Ya saben también a quién avisar, ya tienen claras las rutas para preservar sus derechos, cuidar su vida y cuidar sus emociones. El tema de la autoestima y el poder reconocerse como mujeres capaces de hacer lo que quieran hacer y de tomar las decisiones", añade.


El GAM ha sido una parte muy grande en mi vida. Me ha ayudado mucho en descubrir el poder del abrazo, a ser más cariñosa y descubrir saber que hay mucha gente que te admira y te quiere o que tú vas a llegar a admirar por muchas cosas que les ha llegado

a pasar o les está pasando. 

Entre todas nos apoyamos, es algo maravilloso. La experiencia fue soltarte de emociones que yo no sabía cómo manejar y reconocer que ahora puedo brindar cariño a otras personas que lo necesitan.

Para mi emprendimiento de costura, la Pastoral Social me ha ayudado, me ha asesorado a través de personas que conocen de este oficio y con capacitaciones para ir mejorando en mi técnica y en las estrategias de comercialización. A futuro me veo con una máquina de coser mejor y con un nombre más reconocido y logre sacar adelante

mis metas y mis objetivos.

Lita Tiza Villegas Millares, mujer participante de GAM.


Programa Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia, de Pastoral Social - Cáritas Bolivia.

Emprendimientos que transforman realidades y alimentan nuevos futuros

Tomás Ribera menciona que el empoderamiento personal es un semillero para los emprendimientos y las inserciones laborales siguientes. "De este proceso de empoderamiento personal a través del GAM, hacemos una convocatoria a los emprendimientos y justamente estas muchachas, que al inicio estaban muy confundidas, ahora se les nota más empoderadas, así que están ya listas para el siguiente paso, que es el de los emprendimientos", explica Tomás.


En el programa, la fase de capacitación técnica brinda herramientas prácticas a las jóvenes para identificar sus potencialidades y visualizar sus emprendimientos. Para ello, Cáritas Bolivia y las organizaciones aliadas bridan capacitación en cotillonería, clínica de ropa, peinados, repostería, gastronomía, economía verde (plantas), maquillaje profesional, uñas acrílicas, cuidado de niños y adultos mayores y contabilidad, con un complemento conceptual en temas como educación, características del emprendimiento personal, ética del carácter, empleabilidad, visión global del negocio y planes de negocio, lo que les entrega a las jóvenes muchas herramientas.


Cada emprendimiento se convierte en una metáfora viva de resiliencia y creatividad. En 2024 fueron acompañadas 29 iniciativas, como pequeños universos de posibilidad que abrazan a 33 mujeres que tejen sus sueños con hilos de autonomía económica y dignidad.


"Construimos estos emprendimientos centímetro a centímetro, con la paciencia de quien siembra un jardín", cuenta Tomás con la mirada brillante de quien conoce el valor de cada semilla. Los territorios se despliegan en una cartografía de esperanza: en La Paz, las ideas de emprendimiento de las mujeres van desde la gastronomía, repostería, costura y artesanía en un vasto tejido que se entrelaza como un mosaico de saberes femeninos. En los paisajes rurales, otros emprendimientos germinan: café con aroma a libertad, miel que destila resistencia, apicultura que celebra la comunidad, y humus de lombriz que simboliza la transformación constante.


Cada emprendimiento representa una inversión de 4.000 bolivianos —aproximadamente 600 dólares— pero su valor real es incalculable. No son proyectos de mera supervivencia, sino arquitecturas de futuro. "No queremos que las ganancias se consuman en la inmediatez, buscamos construir un proceso de ahorro, de proyección, de dignificación", enfatiza Tomás. 


Los talleres de autocuidado y defensa personal han añadido otra dimensión a estos emprendimientos. No son solo iniciativas económicas, sino espacios de reconstrucción integral donde cada mujer aprende a protegerse, a valorarse, a reimaginarse.


Desde las instituciones municipales, estos emprendimientos comienzan a dibujar nuevas narrativas. Ya no son solo historias de vulnerabilidad, sino programas políticos de transformación social donde cada mujer se convierte en protagonista de su propio desarrollo.


Las fronteras entre lo personal y lo colectivo se difuminan. Cada emprendimiento es un acto de resistencia, cada producto un manifiesto de dignidad, cada intercambio comercial una declaración de sororidad.

Programa Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia, de Pastoral Social - Cáritas Bolivia.

Soy emprendedora y tengo una marca de confecciones que se llama Watermelon.

El proyecto me ayudó demasiado, ayudándome a conocerme mejor desde el aspecto psicológico y a m ejorar mi forma de expresarme.

Yo tengo este emprendimiento desde hace cinco años y lo poco que sabía, lo obtuve por mis propios medios, pero Cáritas Bolivia me permitió tener conocimientos sobre finanzas, también del manejo de los productos y del marketing y también a tener mejores estrategias en cómo emprender y cómo sacar adelante mi marca.

El tener este apoyo me ha enseñado demasiadas cosas y ahora siento que tengo más y mejores herramientas para sacar adelante esta empresa.

De verdad siento que me ha ayudado demasiado.

Sandy Vanesa Quispe Mamani, mujer participante de GAM.


Impactos, más allá de las cifras

Detrás de cada número hay una historia humana. 47 jóvenes han encontrado inserción laboral. 371 han participado en procesos de formación. 18 ferias de emprendedoras han visibilizado su trabajo.


Pero los números no cuentan toda la historia. Son los relatos personales los que revelan la verdadera profundidad de la transformación: mujeres que han roto ciclos de violencia, que han recuperado la confianza, que han comenzado a soñar en colectivo.


Un horizonte de posibilidades

Para 2025, el programa no busca expandirse cuantitativamente, sino profundizar cualitativamente. "Queremos llegar a aquellas mujeres jóvenes que aún no nos han encontrado. La estrategia será territorialmente situada, trabajando directamente en las comunidades más marginadas”, concluye Tomás Ribera.


La visión es radical: no se trata solo de empoderar mujeres, sino de reimaginar los sistemas sociales que perpetúan la desigualdad.


Lo que Cáritas Bolivia ha construido va más allá de una intervención social. Es un movimiento de reconstrucción social, un tejido de esperanza que redefine lo posible.


Inspirados por la visión del Papa Francisco de una economía al servicio de la justicia, el programa "Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia", proclama una verdad fundamental: el desarrollo no se mide por indicadores económicos, sino por la capacidad de cada ser humano de vivir con dignidad.

En las periferias de la ciudad de La Paz, en los corazones de estas mujeres jóvenes, late una revolución silenciosa pero imparable. Una revolución de sororidad, de esperanza, de transformación profunda.

El Programa Economía Solidaria a través del proyecto Empoderamiento económico y sororidad de mujeres jóvenes como estrategia de prevención y protección frente a la violencia, fortalece a las mujeres en su empoderamiento personal mediante la metodología Grupos de Apoyo de Mujeres GAM para una vida libre de violencias - Video del canal de YouTube de Pastoral Social Cáritas Bolivia



 

 Textos: Carlos Henao - FICONPAZ

Fotografías: Pastoral Social - Cáritas Bolivia

2025

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