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Proyecto ganador en Juntos Construimos Paz, Feria y Concurso de Proyectos de los participantes del Diplomado en Construcción de Paz y Transformación Social de Conflictos.

Una iniciativa de prevención de conflictos apoyada por el Grupo CLARA Inc.


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Como lo explica Tom Bamat, docente del diplomado y un gran constructor de paz, un conflicto es como un fuego destructor de un bosque, ocasionado de forma intencional por una persona; son muchas, y nada fáciles, las acciones consecutivas y previas que debe realizar para producirlo, tales como tener una motivación para encender la fogata, buscar y elegir un lugar en el bosque, buscar y reunir leña seca, añadir materiales inflamables (gasolina, por ejemplo) y algo que permita producir una chispa (un fósforo o algo así), prender la llama, ventilarla para que tome fuerza y, tras eso, alejarse para que el incendio no le queme. De la misma forma, un conflicto requiere varios pasos anteriores y, por eso mismo, si su proceso se gestiona de forma positiva (es decir, si se identifican los motivos, si se gestionan, si se realizan acciones para evitar llegar al momento de prender y ventilar la chispa), los daños profundos o, incluso, una catástrofe social y humana, puede evitarse.


Esta metáfora fue, quizás, la que más impactó a Dominga Henríquez de Castillo, una psicóloga dominicana que participó en el Diplomado en Construcción de Paz y Transformación Social de Conflictos en la versión que se ofreció en 2023 a personas y entidades de países del Caribe, proceso que articuló con sus funciones como responsable del componente de Prevención de Violencia basado en Género e Intrafamiliar, y coordinadora de Actividades Comunitarias en el Grupo CLARA Inc.


Esa organización se creó en 1997 para promover el desarrollo social y mejorar la calidad de vida de las personas viviendo con VIH/sida, sus familiares y las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, por medio de programas de salud y empoderamiento. Por eso mismo, desde sus líneas de acción colaboran con instituciones educativas, buscando que los y las docentes, y los niños, niñas y adolescentes, convivan en entornos de no violencia, ofreciendo formación y acompañamiento con temas de autocuidado, prevención en salud y gestión de conflictos.


Cuando desde el diplomado se invitó a los y las participantes a organizarse en grupos para diseñar una iniciativa que contribuyera a la atención de un conflicto real y cercano, Dominga no lo dudó y planteó a sus compañeros y compañeras la posibilidad de pensar cómo disminuir y reorientar conductas y manifestaciones emocionales agresivas, como acoso, insultos, gritos, amenazas, peleas y golpes que observaba entre adolescentes de escuelas con las que trabajan desde el Grupo CLARA. Todas estas situaciones que se han venido enfrentando afectan no solo a estudiantes, sino también a sus docentes y familias, evidenciando realidades frecuentes y preocupantes en el entorno escolar en la provincia de Puerto Plata: la incidencia y existencia de numerosas familias disfuncionales, la normalización de actitudes y comportamientos violentos, la internalización de la violencia como una forma de diversión, y la creencia de que el carácter fuerte y agresivo es sinónimo de poder; al mismo tiempo, la falta de preparación del personal docente y el no contar con herramientas para manejar, direccionar o gestionar las situaciones de violencia y los conflictos.


En ese momento (cuando nació la iniciativa, durante el diplomado), estábamos trabajando en el Liceo Rommel Cruz de León y un día, tras terminar de ofrecer una charla para la prevención del embarazo adolescente, algunos chicos, durante el descanso, se enfrentaron de una forma muy violenta delante de sus compañeros, sus docentes y de nosotros. Eso me impactó, y más al escuchar a la coordinadora y a la psicóloga de la institución decir que eso era algo frecuente allí; también al saber que eso mismo sucedía en la escuela Juana Caraballo, donde también realizamos las charlas.


Me comentaron que se estaban dando muchos escenarios de conflicto entre jóvenes, entre varios contra uno, o entre varios contra varios,  y que eso tenía una multitud de factores provocadores, como lo es que muchos padres o madres de los adolescentes pasan mucho tiempo por fuera de casa, por lo que tienen que hacer su vida prácticamente solos, o que en sus hogares viven la violencia intrafamiliar.


Así que hicimos un levantamiento de datos para entender mejor la situación, y fue cuando le propuse a mi grupo de compañeros la idea de trabajar la iniciativa para atender esa situación. Votamos entre varias propuestas y la mayoría optó por diseñar algo para atender la problemática que sugerí.


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Así fue como, con apoyo del Grupo CLARA y de la Casa Comunitaria de Justicia de Puerto Plata (institución que busca acercar la justicia a la comunidad con el objeto de solucionar conflictos y disminuir los indicadores de violencia) comenzaron a levantar un árbol de problemas para identificar y graficar las relaciones entre las causas y las consecuencias de los conflictos entre adolescentes y jóvenes en los entornos escolares, a identificar posibles actores intervinientes y/o que pudieran contribuir a la transformación, y a reflexionar sobre la teoría de cambio que les guiaría en el diseño de la propuesta:

TEORÍA DE CAMBIO DE LA INICIATIVA:Si se realizan acciones para que los(as) adolescentes mejoren sus relaciones y habilidades de convivencia y para que el personal docente incremente sus habilidades, prácticas y herramientas para el manejo de conflictos, y si se crean espacios para desarrollar actividades de aprendizaje en los centros educativos, entonces disminuirá el nivel de violencias entre adolescentes, porque un trabajo conjunto de medidas que incluyan a los mismos estudiantes, a docentes, a la Iglesia y a las familias, contribuirá con elementos complementarios para una cultura escolar más pacífica.


Con base en ello, entonces, comenzaron a diseñar el conjunto de estrategias y la metodología para incrementar la integración de actores claves e instituciones, así como para impactar de manera significativa en adolescentes, docentes, familias y personas de la comunidad académica, procurando la construcción de la paz dentro y fuera del entorno escolar, como lo explica Dominga:


Nosotros, tanto desde Clara, como desde la Casa Comunitaria de Justicia, hacemos de articuladores comunitarios para abordar los problemas desde la prevención y desde el manejo de conflictos leves, pues cuando hay un agresor y una víctima en conflictos más complejos, se derivan al Ministerio Público. Por eso incluimos en la propuesta unos procesos de formación para adolescentes, otros distintos para docentes, y otros más para la comunidad, que incluyen talleres, jornadas de charlas, espacios lúdicos de diálogo y encuentros de sensibilización.


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Así, este proyecto –reconocido en el concurso Juntos Construimos Paz y cuyos líderes lo han presentado a consideración del Ayuntamiento Municipal de Puerto Plata, obteniendo su interés y posible respaldo, especialmente porque permitiría, simultáneamente, realizar labores de prevención de violencias de género en los entornos escolares– consta de tres componentes:


  1. El de estudiantes, que incluye talleres grupales denominados “Un viaje hacia mi interior”, para ayudarles a descubrir e identificar sus emociones y su potencial para realizar modificaciones y cambios; unas jornadas de charlas que llamaron “Los adolescentes y sus emociones”, para desarrollar capacidades para autogestionar las emociones, y otras charlas sobre temas que promueven la paz y la convivencia pacífica.

  2. El de docentes y directivas académicas, que se materializa en dos estrategias: el ofrecimiento de un taller de formación sobre manejo y resolución de conflictos y de un espacio para socializar inquietudes, experiencias o temores, así como para realizar actividades lúdico-educativas.

  3. Y el orientado a la comunidad, que en una primera etapa propone encuentros con representantes de la junta de vecinos e instituciones que trabajen en pro del bienestar social, para sensibilizar sobre la violencia escolar y su impacto social. Además, algunos talleres dirigidos a las familias sobre crianza positiva e impacto de la violencia en adolescentes.


El plan de acción se inició, entonces, auspiciado por el grupo CLARA y con un gran apoyo de su directora, Lucía Santana Silverio, en septiembre de 2023, y se tiene previsto desarrollarlo, en una primera fase, hasta mayo de 2025. En ese plazo se han previsto procesos para recabar y documentar la información y testimonios sobre los avances y resultados, con la participación del personal psicológico de las instituciones educativas, así como también de estudiantes y docentes. Igualmente, se espera recabar datos y analizar los casos de conflicto que se presenten en las instituciones educativas en las que se realice la iniciativa (tipificándolos por tipo de violencia, grupos de edad de los involucrados, sexo de los(as) participantes, ámbito donde se vivenció la violencia –dentro del aula o en el entorno de la escuela–, y momentos en los que se presentan, detallando si fueron dentro de las clases, el recreo o la salida de la escuela, por ejemplo), así como el manejo dado, con el objetivo de que el proceso no solo sea formativo, sino que también propicie una investigación-acción que ofrezca más conocimientos sobre las situaciones y permita reorientar el proyecto buscando que tenga una incidencia positiva cada vez más oportuna y mayor.


Incluso, se ha planificado realizar procesos de evaluación y sistematización de la experiencia, con apoyo de un equipo externo especializado en este tipo de actividad, así como otros de monitoreo permanente mediante visitas de acompañamiento a grupos, encuentros periódicos entre el equipo de coordinación y el involucramiento del comité de sostenibilidad de cada escuela. 

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De esta forma, ya con el diseño del proyecto, han comenzado a darle vida, como lo explica Dominga:


Comenzamos en la Escuela Juana Caraballo y en el Liceo Rommel Cruz de León a trabajar con los y las adolescentes, ofreciéndoles algunas charlas. Y ya tenemos diseñado el taller del viaje hacia el interior (con base en otro que ofrezco a mujeres, y que ha tenido muy buen impacto), con el que queremos que reconozcan que están en una etapa muy compleja, la adolescencia, donde se sienten emociones que a veces no se entienden o no se saben manejar, porque esta es una fase donde tienen lugar cambios biológicos y psicológicos que no interiorizan o no comprenden. Por eso, esta actividad busca orientarlos para que descubran lo que están experimentando en su interior, que reflexionen sobre el ambiente donde se han criado, por qué reaccionan de determinadas formas a sentimientos que son naturales, y cómo canalizar esos cambios y emociones.


Y aunque apenas comenzamos en Puerto Plata, que es una ciudad pequeña y donde es fácil que la gente se entere de este tipo de proyectos, ya de otra escuela, que se llama Ángel Cristo Bonilla, nos han pedido las charlas, porque se enteraron de ellas.


A largo plazo queremos involucrar a muchas otras escuelas, y a corto, comenzar con los talleres para adolescentes y con la formación de docentes, porque  ellos manejan grupos hasta con 45 estudiantes, ¡muchos!, y les es complicado ayudar a prevenir los conflictos al mismo tiempo que enseñan los temas que tienen en sus clases, si no tienen las herramientas para hacerlo. Entonces, vemos que necesitan esos espacios que hemos propuesto cuanto antes, para que se conecten entre ellos y para que se conecten con esa profesión que eligieron, con esa pasión que los llevó a ser maestros(as), porque realmente impactan y pueden influir mucho más, de forma positiva, en sus estudiantes, superando las etiquetas que son perjudiciales.


Y es que etiquetar a los adolescentes como conflictivos, como sucede en ocasiones en los entornos familiares, escolares y sociales, incluso en los medios de comunicación, sin comprender cómo les afectan los cambios que experimentan en su proceso de desarrollo, y también las situaciones externas de violencias que viven u observan, no es la mejor forma de acercárseles, de ganar su confianza. Por ello, iniciativas como esta pueden ayudar a que el o la joven se acerque de forma adecuada a personas adultas que puedan orientarlo y acompañarlo en el proceso, sin recibir indiferencia o maltratos adicionales:


Lo que busca un o una adolescente es que ese maestro o esa maestra se acerque de buena forma o con buena actitud, y por eso incluimos ese componente con educadores(as) que, aunque no hemos tenido la oportunidad de empezar a desarrollarlo todavía, consideramos que es fundamental para conseguir el objetivo.


La iniciativa, pues, comienza su andar en búsqueda del destino esperado, pero requiere del apoyo y la cohesión interinstitucional para garantizar su viabilidad, crecimiento y éxito.  Por eso mismo, ha sido para sus promotores una felicidad y un aliciente el recibir el premio en el concurso Juntos Construimos Paz, aunque esperan que más personas y entidades puedan apoyarles con orientación y recursos, entre otros.


Cuando lleguen los fondos del premio vamos a iniciar con un cronograma que tenemos para que más personas de la Provincia se beneficien con esa iniciativa, para que los adolescentes y jóvenes, y sobre todo, las mujeres adolescentes, construyan sus proyectos de vida descubriendo su talento y su valía, de tal forma que, mientras lo hacen, aprendan a prevenir los conflictos… 


Una ayuda material o inmaterial significativa, con la que puedan sacar avante sus ideas y las acciones que han pensado y diseñado, necesarias para que no se llegue a prender la  hoguera y, sobre todo, para que el fuego no arrase con la dignidad humana.

Conoce más de esta iniciativa

Todas las personas e instituciones que deseen vincularse y apoyar esta experiencia, pueden comunicarse con:Lucía Santana Silverio, Directora Grupo CLARA Inc.

Organización de base comunitaria sin fines de lucro

San Felipe de Puerto Plata

Por: Gloria M. Londoño Monroy, FICONPAZ

2024

 
 
 
  • Foto del escritor: Caminando hacia la Paz
    Caminando hacia la Paz
  • 25 ago 2023
  • 7 Min. de lectura

Centro Zonal de Pastoral Social - CEZOPAS y Cáritas Española: Su experiencia promoviendo Grupos de Auto Ahorro y Préstamos (GAAP) en República Dominicana.

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“La economía, como la misma palabra indica, debería ser el arte de alcanzar una adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero”, nos recuerda el Papa Francisco. Lamentablemente, las dinámicas y los modelos económicos no siempre piensan en el bien colectivo, ni procuran el bienestar humano, social y del entorno, especialmente aquellos que favorecen la acumulación monetaria ambiciosa por parte de particulares y la adquisición desmedida de bienes y servicios para atender las modas y exigencias que hacen los mercados. Si a eso se suman las consecuencias de los diversos conflictos y guerras, así como las adversidades climáticas y medioambientales, el resultado no es otro que la existencia de grupos de personas que viven duras situaciones de pobreza multidimensional, medida no solo en la falta de dinero, sino en experiencias de carencias, inequidad, injusticia, inseguridad y enfermedad que afecta todas las esferas de su vida y el pleno ejercicio pleno de los derechos humanos.


Así pues, desde la palabra del Evangelio, la Iglesia nos hace un llamado a la solidaridad, que nos es otra cosa que “compartir lo poco que tenemos con quienes no tienen nada, para que ninguno sufra”; “no se trata de tener un comportamiento asistencialista hacia los pobres, como suele suceder”, sino “hacer un esfuerzo para que a nadie le falte lo necesario”, es decir, brindar una “atención sincera y generosa”, bajo “un sentido de comunidad y de comunión como estilo de vida”, como lo expresó el Papa en su mensaje de invitación a la Jornada Mundial de los Pobres de 2022.


Por eso mismo, para promover de forma solidaria unas condiciones económicas sostenibles y justas para los necesitados, pobres o en condiciones de marginalidad o exclusión de República Dominicana, Cáritas Española y CEZOPAS se unieron para animar la creación y consolidación de Grupos de Auto Ahorro y Préstamos (GAAP), una figura que, si bien no es exclusiva ni original de estas entidades, sí es destacable en tanto busca desde la Iglesia aportar a la construcción de la paz con la promoción de la dignidad de la persona vulnerable, por una parte, y del desarrollo comunitario integral, al mismo tiempo.


CEZOPAS

El Centro Zonal de Pastoral Social es una Institución de la Iglesia católica que trabaja por el desarrollo sostenible de la población de menor ingreso en la provincia Monte Plata, República Dominicana. Fue fundado en 1992 para integrar las acciones sociales de las parroquias, con el propósito de coordinar, promover, incentivar, asesorar y acompañar programas y proyectos para liberación integral del hombre y la mujer de esta zona pastoral.

La directora ejecutiva de CEZOPAS, Gregoria Altagracia Calderón, Hermana Juanista, cuenta que comenzaron a utilizar esta estrategia hace cinco años, como parte del proyecto de seguridad alimentaria en su provincia Monte Plata, auspiciado por Cáritas Italiana, con el objetivo de que los miembros de la comunidad se organizaran para apoyarse entre sí, mediante el compromiso de ahorrar de forma constante una cantidad de dinero al alcance de cada persona, según sus condiciones monetarias; la administración y vigilancia colectiva de esos dineros; y dinámicas de pequeños préstamos no para adquirir productos tangibles o intangibles suntuosos, sino para ir escalando en la consecución de materiales o recursos que mejoren las condiciones de vida de quienes los solicitan y de su entorno.


“En este momento tenemos unos 15 grupos en diferentes comunidades. Consisten en que entre 10 y 30 personas se unen para ayudarse mutuamente, creando una caja común a partir de lo que ellas mismas ahorran. Los dineros recolectados pueden ser utilizados por los miembros para acceder, mediante préstamos de bajos montos, fáciles de pagar y con bajos intereses, a recursos que les permitan mejorar sus vidas. Por ejemplo, para trabajar la tierra, comprar productos necesarios para la siembra o para sus huertas, unas gallinas ponedoras, inyectarle un poco de capital a pequeños negocios, ponerle piso a sus viviendas, atender alguna emergencia en el hogar, comprar una nevera, o lo que cada quien decida según sus necesidades y carencias”, explica, y añade que, en esos casos, no hay ganancias para alguien en particular, para un prestamista con interés de lucro, sino que son todas las personas del GAAP quienes se benefician económicamente, pues el dinero se reparte equitativamente. Así pues, los dineros vienen de los mismos asociados, lo que permite que sean grupos autosuficientes, al tiempo que todos los y las participantes se integran, ganan confianza en sí mismos y en los demás, y desarrollan habilidades y valores de corresponsabilidad y fraternidad, autoestima, autonomía y autorrespeto.


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Isaura Morel, encargada de los Grupos Solidarios en CEZOPAS, aclara que cada uno se conforma con personas (preferiblemente mujeres, jóvenes, adultos mayores o habitantes de la ruralidad; pueden ser solo mujeres, solo hombres o grupos mixtos) que manifiestan su voluntad de unirse “para echar para adelante”, y que tienen en común su pertenencia a comunidades vulnerables, sean pobres o acomodadas. Una vez elevan su solicitud, se analiza su perfil y se acepta su inclusión en el proyecto, deben pasar por un proceso inicial de información, capacitación y formación que les permita generar habilidades tanto para organizarse, aprender a trabajar en equipo y a gestionar diferencias o desacuerdos, como para adquirir hábitos de ahorro y de préstamos responsables. Tras ello, deben conformar su junta directiva (la cual debe cambiar periódicamente para que cada miembro, en algún momento, asuma responsabilidades colectivas) y definir su propio reglamento. Cuando lo hacen, empiezan, entonces, unas dinámicas de reunión semanal con todos y todas (es decir, no solo asisten quienes integran la junta del momento, sino todos los individuos que conforman el GAAP): allí se toman decisiones colectivas; se monitoriza el recaudo, el manejo y la salvaguarda de los recursos, y se analizan las peticiones de préstamos que los miembros deben hacer no a alguien particular, sino al grupo en total, explicando las razones y proponiendo un plan de pago.

Por tanto, a diferencia de otras agrupaciones de ahorro voluntario, en estos no hay una entidad de por medio con intereses particulares (un banco, por ejemplo). Tampoco una sola persona es la que maneja los caudales y determina, bajo su criterio subjetivo, a quiénes se les puede prestar, a qué tasa, o a cuánto tiempo. En los GAAP, por el contrario, las reglas son fijadas por todos y todas; se hacen las solicitudes de préstamos ante todos y todas; se analizan las razones y los posibles beneficios entre todos y todas; y todos y todas pueden participar en la administración de los recursos, en algún momento, y en el control de estos, siempre. Además, todos y todas analizan las situaciones que merecen, en casos de emergencia, realizar donaciones con los recursos acumulados. Los beneficios monetarios son para todos y todas, pues periódicamente (entre 8 y 12 meses) se cierra un círculo de ahorro, se reparten los ahorros hechos por cada persona, se distribuyen las ganancias colectivamente, de forma equitativa, se evalúa lo hecho y lo aprendido, se revisan los estatutos y se comienza, si se desea, un nuevo ciclo de ahorro.


En las formaciones iniciales, describe Isaura, “se les explica de manera detallada y clara cómo funciona un GAAP y cuáles son sus principios, se atienden sus miedos y prejuicios sobre lo que puede implicar su funcionamiento, y se les anima a que ellos y ellas trabajen por la paz desde la autoayuda y la cooperación con otras familias, encontrando juntas el camino para salir adelante, trabajando en conjunto. También los acompañamos en la definición de sus propios estatutos, los cuales establecen no sólo los acuerdos para los préstamos y los ahorros, sino también para la creación de un fondo social de emergencia”, el cual debe ser destinado, únicamente, para brindar apoyo, en forma de donaciones, en aquellas situaciones sociales que se presentan de repente y que pueden afectar a una persona (un accidente, por ejemplo) o a la comunidad (una contingencia ambiental u otro caso de impacto general).

En cada GAAP, el dinero recolectado se maneja de la siguiente forma:

  • Una parte se destina al Fondo Principal, el cual recopila una cantidad útil para hacer préstamos a quienes ostentan la calidad de miembros del grupo.

  • Otra se deposita en el Fondo Social, para emergencias y acciones de solidaridad. El grupo debe ponerse de acuerdo sobre una contribución regular y todos o todas deben aportar el mismo monto. Sirve para brindar ayuda en acontecimientos que afectan a la comunidad o a uno de sus miembros, sea o no parte del GAAP). Por ejemplo, para cubrir costos de educación para niños o niñas en situación de orfandad, gastos de un funeral, entre otras situaciones. No está destinado a crecer, por tanto, se establece a un nivel para cubrir costos. Lo recolectado en este no se distribuye al fin de un ciclo; debe guardarse físicamente aparte del resto del efectivo.

Quienes están vinculados, por tanto, deben comprometerse a asistir al encuentro semanal y a hacer un aporte periódico y constante, de acuerdo con sus condiciones y capacidades particulares, pero no tienen penalidad si por alguna razón (un imprevisto, una emergencia, un apuro) no pueden cumplir alguna vez su responsabilidad monetaria, pues lo que interesa es estimularlos para que cumplan sus metas de ahorro fácilmente, que no pierdan la costumbre de ahorrar y, sobre todo, que aprendan los valores de la autorresponsabilidad y la solidaridad hacia sí mismos y hacia los demás. Eso sí, deben, aun si no pueden aportar la cuota de ahorro, asistir a las reuniones programadas, donde su voz y su situación serán escuchadas, y donde los otros miembros le brindarán acompañamiento en momentos difíciles.


Adicionalmente, desde las entidades involucradas se les brinda constantemente formación, técnica, espiritual y social, para que cada vez el grupo cualifique sus capacidades y tomen mayor conciencia de la corresponsabilidad con el desarrollo y el bienestar personal y colectivo. Adicionalmente, se les involucra en otros programas y proyectos que pueden ser complementarios y que también tienen objetivos de construcción de paz, desarrollo humano, defensa de los derechos humanos y mejoramiento de condiciones de vida individuales y colectivas.


Para la Hna. Gregoria, los GAAP son, pues, ejemplo de economía solidaria rotativa, que ha permitido a muchas personas, especialmente a jóvenes y mujeres, empoderarse y poner en práctica valores positivos que impactan en el bienestar de los y las más vulnerables, y de las comunidades, ganando capacidades de cohesión, organización y tejido social. Por su parte, para Isaura, son evidencia de una pastoral activa, que se enfoca en el desarrollo integral de las personas y grupos sociales que de alguna manera están en el olvido, excluidas de los sistemas financieros tradicionales, y que no cuentan con una mano amiga que les apalanque. Ambas coinciden, además, en que las y los participantes aprenden, además, a ser empáticos con las situaciones, a sentirse en paz y cómodos consigo mismos, a superar el individualismo, a apropiarse de la transformación de su realidad y a concebirse como personas útiles y agentes de cambio para los y las demás.


De todas formas, aún quedan muchos retos y metas por conquistar, pues no es fácil acostumbrar a las personas a que se reúnan frecuentemente; a que aprendan a participar en las decisiones, a dialogar y a concertar decisiones. También, que se habitúen al ahorro, pese a los pocos recursos y las enormes necesidades que tengan, muchas veces de subsistencia; o que aprendan a priorizar, analizar y dimensionar la conveniencia de los préstamos que realizarán; o que adquieran competencias para llevar la contabilidad y el registro de las diversas transacciones. Por eso mismo, desde Cáritas Española y Cezopas, siempre están acompañando a los grupos, animándolos, brindándoles formación, para superar los baches y para que no solo valoren los GAAP por los beneficios monetarios que puedan tener, sino desde aquellos que obtienen en su ser, como personas, y en su dimensión social, como parte de una comunidad.

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Así, pues, esta experiencia nos muestra que es posible y necesario promover la solidaridad para construir paz, pues solo “el amor recíproco nos hace llevar las cargas los unos de los otros para que nadie quede abandonado o excluido, compartiendo lo que tenemos con los que no tienen nada, pero acogiendo, al mismo tiempo, lo que nos puedan aportar: su trabajo, su pensamiento, su forma de hacer y de entender la vida”; una solidaridad con la que “nadie puede sentirse exceptuado”, como expresa el Papa, especialmente si se busca, desde la fe, hacer que la vida digna sea posible para todas las personas.

Para más información, se recomienda consultar:

Textos: Gloria Londoño Monroy

Fotografías: CEZOPAZ

2023

 
 
 
  • Foto del escritor: Caminando hacia la Paz
    Caminando hacia la Paz
  • 31 mar 2022
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 19 abr 2023

Somos Una Comunidad de Práctica Regional en Construcción de Paz

Nacimos en 2020 como un espacio de articulación de organizaciones basadas en la fe que, desde sus propios espacios y potencialidades, han venido caminando hacia la paz, tal como nuestro nombre indica.


Como comunidad de práctica queremos potencializar nuestras experiencias, capacidades, resultados e impactos en función de acelerar la construcción de sociedades más justas y pacíficas en América Latina y el Caribe. Desde el amor a la vida y la esperanza propios de nuestra fe, nos une la vocación por caminar juntos, e invitar a este peregrinaje a otros y otras, sin importar su credo, para contagiarles ese sentido de urgencia por lograr aquellos cambios que necesitamos como sociedad para eliminar la polarización, la injusticia y la violencia, en todas sus formas. Estos flagelos, como tristemente sabemos, afectan tanto la vida de los seres humanos como la vida en el planeta, poniendo en riesgo nuestra realización plena como hijos e hijas de Dios.


Este video te explica nuestra razón de ser:

Caminando hacia la paz – Comunidad de Práctica es un espacio de articulación de organizaciones basadas en la fe que, desde sus propios espacios y potencialidades buscan la paz. La Comunidad busca potencializar experiencias, capacidades, resultados e impactos en función de acelerar la construcción de sociedades más justas y pacíficas en América Latina y el Caribe.



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