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  • Foto del escritor: Caminando hacia la Paz
    Caminando hacia la Paz
  • 12 ago 2022
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 17 abr 2023

Una labor titánica y ejemplar para demostrar que ninguna persona que se identifique como

mujer está sola o merece vivir en soledad

Experiencias premiadas en el certamen Mujeres construyendo justicia y paz en América Latina y el Caribe - 2022, promovido por la comunidad de práctica Caminando hacia la Paz

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En la actualidad, todas las instancias de la Iglesia, en cualquier parte del mundo, están llamadas a liderar esfuerzos por construir justicia y paz mediante la dignificación de las personas vulnerables, particularmente las mujeres, pues como lamenta el Papa Francisco: “Cuánta violencia hay contra ellas. ¡Basta! Herir a una mujer es ultrajar a Dios.” No obstante, cuando trabajar para que su empoderamiento, atención y bienestar se vuelva más que un compromiso católico que se da por descontado; cuando se torna en una apuesta social valiente en la que se deja la piel y la vida pese a todos los obstáculos, para promoverlas, protegerlas y ayudarlas; cuando se lideran iniciativas en territorios donde son profundas las raíces que causan constantes formas de violencia, violaciones a los derechos humanos y abusos físicos, psicológicos y espirituales aberrantes contra niñas, adolescentes, adultas y ancianas –como sucede en una cultura machista, patriarcal y misógina, acostumbrada a “eliminar o matar” a quien no piensa o no está de acuerdo con lo que uno opina y desea–, esa misión alcanza un especial reconocimiento.


Por eso mismo, Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco AC fue galardonada con el Primer lugar, como entidad destacada por su experiencia significativa en el certamen Mujeres Construyendo Justicia y Paz en América Latina y el Caribe 2022, organizado por nuestra Comunidad de Práctica. Y es más que justo, porque su entero compromiso con la atención y el acompañamiento a mujeres víctimas de violencias, implementando la estrategia integral ¡Mujer, no estás sola! –en coordinación con Catholic Relief Services (CRS) –, ha llevado a la entidad a crear numerosos Grupos de Apoyo de Mujeres (GAM) en Acapulco y en toda la costa del Estado de Guerrero, en México, implicando y beneficiando a más de 600 mujeres que, a su vez, se convierten en apoyo para otros cientos de mujeres.


Desde 2016, con la estrategia mencionada, Cáritas Acapulco, asociación civil vinculada a la Arquidiócesis de Acapulco, ha venido implementando la metodología, creando GAM en 21 parroquias y centros escolares en las tres regiones de la arquidiócesis. Incluso, en época de confinamiento por la pandemia vivida desde 2020, apostó por emplear la comunicación mediada por tecnologías tradicionales y digitales, aun con mujeres con pocos recursos y pocas habilidades digitales, con tal de seguir acompañándolas, formándolas y respaldándolas con varios fines: despejarles y hacerles transitable ese camino de sanación que ellas mismas emprenden para su transformación; que en sus familias, comunidades y entornos cambien las ideologías, posiciones y prácticas culturales nocivas, y que disminuyan diversos hechos de violencia que restringen y vulneran sus derechos.

Así, pese a los altos índices de violencias y abusos que viven en sus propios hogares, en sus contextos de estudio o laborales, en las redes sociales, en los medios de comunicación, en ámbitos de vida cotidiana y hasta en las instancias legislativas y judiciales, como se evidencia en México y notoriamente en Acapulco –lo cual, obviamente, genera miedo y sentimientos de indefensión e impotencia–, las mujeres que participan en los GAM y en las actividades de Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco se atreven a cambiar las realidades difíciles e injustas en las que viven.


Otro aspecto por destacar es que la mayoría de esos grupos de apoyo a mujeres son acompañados por facilitadoras voluntarias. De ellas, casi 70 han sido certificadas hasta el momento para replicar la metodología ¡Mujer, no estás sola!, tras haber sido, en un primer momento, participantes en la misma estrategia. Así, estas y otras mujeres animadoras y formadoras de otras, y aquellas que viven la experiencia en los grupos de apoyo, al haber sanado e incrementado su autoestima, animan a poner límites a las violencias, toman decisiones en función de su bienestar y autonomía, mejoran sus dinámicas familiares y comunitarias, y se convierten en una fuerza imparable e impulsora del cambio social.

"Cuando conocí GAM, venía cargada de emociones, en su mayoría negativas (tristeza, frustración, coraje por la pérdida de mi hijo y de mi salud)… Creí que jamás podría recuperarme de esto, sin embargo, aprendí que las emociones no son malas, al contrario: cada una tiene algo que enseñarme, pero para eso debo trabajarlas. En cada sesión, el GAM me enseñaba algo diferente: a vencer los miedos, a recuperar mi espacio, a valorarme, quererme y apreciarme como mujer. Encontré cómo recuperar la esperanza de vida. Hoy puedo decir que soy una mujer nueva, vencí el cáncer gracias a Dios. En pocas palabras volví a nacer". (Carmen, participante en uno de los GAM)

Este premio, entonces, es más que merecido, porque también es un reconocimiento al esfuerzo por responder desde la Iglesia a importantes y apremiantes necesidades que tiene cada mujer: sanar, fortalecerse, hacerse responsable de sí misma y tomar sus decisiones. Reconocer y atender esas necesidades es ayudar a las mujeres para que sean capaces de prevenir nuevas violencias, porque se hacen y sienten capaces de afrontar, no quedándose pasivas e indiferentes, las múltiples agresiones que viven.


El enfoque fundamental de centrarse en el ser de cada mujer, de manera que cuente con las herramientas para emprender el camino de su transformación y convertirse en protagonista de su propia vida, garantiza un proceso de sanación y de fortalecimiento personal que, a su vez, quiere ser transmitido a otras mujeres. Esto lo hacen las facilitadoras que se convierten en terapeutas comunitarias y dan seguimiento a los grupos de apoyo, quienes también son ganadoras del reconocimiento dado por nuestra Comunidad de Práctica.

“La contribución de esta metodología y de Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco a la construcción de la paz con y desde las mujeres, imprimiendo el sello femenino a la transformación social, es decisiva. La mujer ha adquirido la fortaleza para alejarse de la espiral de violencias y dar respuestas pacíficas, a la vez que ya no permite más violencias contra ella misma. No podremos tener paz sin las mujeres o contra las mujeres”. (Representante de Cáritas Acapulco).

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Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco es una asociación civil cuya misión es contribuir a la dignificación de la persona humana, mediante programas de asistencia, desarrollo y transformación social, sostenidos por las comunidades locales, para construir condiciones de justicia, paz y reconciliación en la región costera de Guerrero. Y su compromiso es tal, que en 2018 fue también ganadora del Premio a la Institución de Fomento al Voluntariado, en la XXX Edición de los Premios Compartir, de la Fundación Social IAP.


Este nuevo reconocimiento ayudará a fortalecer competencias y habilidades de las facilitadoras para acompañar grupos, mediante talleres y encuentros de formación; así mismo, permitirá proveer materiales a los GAM, que fungirán como espacios seguros en los que las mujeres puedan vincularse y tender puentes para ser protagonistas del cambio que desean para sí mismas, para sus familiares, amigas, compañeras, vecinas y quienes las rodean.

Para más información sobre la institución ganadora, se recomienda consultar:

Agosto de 2022

 
 
 
  • herramientascomuni3
  • 12 ago 2022
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 17 abr 2023

Un apoyo para mejorar las condiciones de vida, los derechos y la dignidad de las bolivianas

Experiencias premiadas en el certamen Mujeres construyendo justicia y paz en América Latina y el Caribe - 2022, promovido por la comunidad de práctica Caminando hacia la Paz

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Cada vez más, aunque de forma lenta y aún no satisfactoria, niñas, adolescentes y mujeres de los países de América Latina y el Caribe alcanzan más logros relacionados con la mejora de los índices de su calidad de vida, la disminución de la violencia estructural contra ellas y el ejercicio participativo y decisorio en sus propias vidas, familias, comunidades e instancias democráticas. Sin embargo, aún hay un camino largo, desafiante, riesgoso y escarpado por recorrer y superar los obstáculos culturales, políticos, económicos y sociales que les impiden conquistar las condiciones óptimas y justas de equidad, justicia y bienestar que merecen.


En Bolivia, por ejemplo, país con más de 12 millones de personas en la actualidad (62% indígenas), las mujeres de todas las edades representan el 49.5% de la población. Sin embargo, la disparidad de oportunidades con respecto a los hombres y los altos índices de condiciones que las someten a la vulnerabilidad, en distintas dimensiones, son problemáticas urgentes por resolver.

​De acuerdo con un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2015 el 74% de las bolivianas de más de 15 años había sufrido violencia física o sexual, y la tasa de fecundidad adolescente estaba por encima del promedio de otros países de Latinoamérica y el Caribe (71 sobre 69). En 2017, la brecha de participación en el mercado laboral entre hombres y mujeres era de 26% a favor de los primeros, la tasa de desempleo femenino en el área urbana (6.01%) representaba el doble que la de los hombres (3.28%), y la segregación ocupacional mostraba que las trabajadoras obtenían menores ingresos que sus compañeros aun ocupando el mismo cargo o teniendo las mismas responsabilidades que ellos. Los índices de violencia económica, política, familiar y sexual, así como los de impunidad en el caso de los delitos contra las mujeres, eran y son también profundamente preocupantes.

Por eso mismo, es significativo y valioso todo aporte que se realice en dicho país y en otros de la región en favor de las mujeres, como lo ha entendido la Fundación Levántate Mujer, que desde 2011 se orienta a vivenciar la fe católica mediante proyectos y acciones que permitan la construcción de paz y la justicia social para las bolivianas en condiciones de desventaja e injusticia social.


Con más de un cuarto de siglo de labranza, dicha obra de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor (entidad internacional con dos estilos de vida, apostólico y contemplativo, presente en 72 países) siembra el futuro con iniciativas orientadas a la prevención, sensibilización y capacitación para la prevención de las violencias contra las mujeres; la atención secundaria y terciaria con un patrocinio y acompañamiento legal, psicológico y social que permita la reparación de los daños sufridos; la incidencia pública y política para contribuir al ejercicio pleno de los derechos humanos que se les vulneran, y el fortalecimiento de capacidades personales y locales para unir esfuerzos. En pocas palabras: siembra, abona y cosecha sin descanso para defender los derechos humanos de las mujeres, niñas, adolescentes y familias en situación de pobreza, vulnerabilidad, desigualdad de género, trata y migración.

La Fundación Levántate Mujer está presente en las ciudades de Sayariy Warmi, en Oruro y Sucre; Sartasim Warmi, en El Alto; Sartasim Kullakita, en La Paz, y Epua Kuñataí, en Santa Cruz, con los siguientes programas y líneas de acción:

  • Prevención, información y sensibilización a diferentes actores, servidores públicos y población en general sobre violencia, trata de personas y migración en el ámbito nacional.

  • Protección y atención integral a través de: un refugio y centro terapéutico para adolescentes mujeres víctimas de trata con énfasis en explotación sexual comercial, en la ciudad de La Paz; centros terapéuticos para víctimas de violencia de género en La Paz, El Alto y Sucre; centros de capacitación técnica para el empoderamiento económico de mujeres en Oruro y El Alto; y centros de denuncia en casos de violencia de género.

  • Incidencia pública y política con la articulación y participación en redes interinstitucionales de la sociedad civil en los niveles nacional, departamental y municipal, para el cumplimiento del marco normativo y exigibilidad de los ejercidos de derechos humanos. Un ejemplo es su participación activa, con otras instituciones no gubernamentales, en la construcción, la aprobación y la implementación de la Ley 348, Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia.

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Por eso mismo, la Fundación Levántate Mujer fue galardonada con el Segundo lugar, como entidad destacada por su experiencia significativa, en el certamen Mujeres Construyendo Justicia y Paz en América Latina y el Caribe 2022, organizado por nuestra Comunidad de Práctica, pues es loable y merece ser conocida en otros países su experiencia en la transformación personal y comunitaria hacia una sociedad libre de violencia, con empoderamiento, restituida en su dignidad.


Y es que en corresponsabilidad con aliados locales y religiosas de la Provincia Bolivia/Chile, la Fundación es incansable en la puesta en práctica de su compromiso de servicio a aquellas mujeres “que claman misericordia y reconciliación”, pues la organización se inspira en esos dos valores:

  • Misericordia, acogiendo desde el Corazón de Jesús Buen Pastor la fragilidad humana de personas vulnerables; la justicia como valor que promueve la equidad y la inclusión en cada una de sus acciones, garantizando el ejercicio de los derechos fundamentales de toda persona.

  • Reconciliación, para testimoniar y ser agente de la paz y el perdón de Dios en la vida personal, familiar, comunitaria y social; de la dignidad de la persona, contribuyendo a la toma de conciencia del valor intrínseco de la persona creada a imagen y semejanza de Dios.

Así, para la Fundación, hablar o pensar como “El Buen Pastor” significa colocar en el corazón el trabajo por la justicia y la paz y, al mismo tiempo, contribuir efectivamente a que las poblaciones vulnerables mantengan viva la esperanza de ser Fuego de la Misericordia de Dios. De ahí su contribución con la atención, participación, formación y empoderamiento de mujeres de todas las edades, para que accedan a sus derechos y a los beneficios económicos, sociales y espirituales de la riqueza global, se erradique la pobreza, se promueva el crecimiento económico sostenible y ambientalmente sano, se reduzcan las desigualdades e inequidades, y se construya un desarrollo humano sostenible y digno con el planeta: "Contemplamos un mundo imbuido del amor de Dios, donde la justicia y los derechos humanos apoyan la dignidad de cada niña, mujer y niño. Trabajamos para desafiar y cambiar políticas que excluyen y los sistemas que deshumanizan", como reza la visión de la Oficina Internacional Justicia y Paz del Buen Pastor. Y así lo ratifican los siguientes testimonios:

  • "Tengo 16 años, vivo con mi mamá y abuelita. Conocí amigas con las que consumía drogas y alcohol. Mi tía me llevó a un lugar para trabajar como dama de compañía de hombres, acepté la oferta porque necesitaba dinero para ayudar a mi familia, tuve que hacer lo que me pedían, obligada y bajo amenazas si hablaba. Le conté a mi mamá, hicimos la denuncia a la Defensoría, detuvieron a varias personas. Me llevaron al Refugio Sartasim Kullakita, decidí quedarme durante 6 meses, allí empecé a valorarme, entender que no tenía la culpa, aprendí a cuidar mi cuerpo y que nadie puede tocarlo, a valorar a mi familia, recuperé la confianza en otras personas y, sobre todo, recuperé la confianza en mí; puedo emprender mi proyecto de vida. Mi vida cambió totalmente, continué con mis estudios, terminé el colegio, me apoyaron con una beca en Secretariado y actualmente estudio la carrera de Derecho” (Mujer adolescente participante de la fundación).

  • “Janeth, de 60 años, accedió al programa Mujeres Libres de Violencia con empoderamiento económico y capacitación para la gestión de emprendimientos; también ejerció su liderazgo en el grupo de mujeres líderes en 2017. Ha impulsado acciones de liderazgo e incidencia social y política durante los últimos tres años; se formó como promotora comunitaria según establece la Ley 348, incursionó en medios de comunicación radial y desarrolla talleres de prevención de la violencia” (Representante de la Fundación).

El galardón a la Fundación Levántate Mujer es, pues, motivo para conocer y ensalzar su inestimable experiencia; para aprender de ella en sus esfuerzos por agenciar, defender, reintegrar, restituir y garantizar los derechos y la grandeza humana de las mujeres en todos los ámbitos, pues es largo y duro el trayecto que a todos y todas nos espera en esta misión de construir paz, la cual nos compromete con la disminución y superación de las vulnerabilidades de las mujeres, adolescentes y niñas en nuestra América Latina y el Caribe.

Para más información, sobre la institución ganadora, se recomienda consultar:

Agosto 2022

 
 
 
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