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  • Foto del escritorCaminando hacia la Paz

Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco AC (México)

Una labor titánica y ejemplar para demostrar que ninguna persona que se identifique como

mujer está sola o merece vivir en soledad

 

Experiencias premiadas en el certamen Mujeres construyendo justicia y paz en América Latina y el Caribe - 2022, promovido por la comunidad de práctica Caminando hacia la Paz

 

En la actualidad, todas las instancias de la Iglesia, en cualquier parte del mundo, están llamadas a liderar esfuerzos por construir justicia y paz mediante la dignificación de las personas vulnerables, particularmente las mujeres, pues como lamenta el Papa Francisco: “Cuánta violencia hay contra ellas. ¡Basta! Herir a una mujer es ultrajar a Dios.” No obstante, cuando trabajar para que su empoderamiento, atención y bienestar se vuelva más que un compromiso católico que se da por descontado; cuando se torna en una apuesta social valiente en la que se deja la piel y la vida pese a todos los obstáculos, para promoverlas, protegerlas y ayudarlas; cuando se lideran iniciativas en territorios donde son profundas las raíces que causan constantes formas de violencia, violaciones a los derechos humanos y abusos físicos, psicológicos y espirituales aberrantes contra niñas, adolescentes, adultas y ancianas –como sucede en una cultura machista, patriarcal y misógina, acostumbrada a “eliminar o matar” a quien no piensa o no está de acuerdo con lo que uno opina y desea–, esa misión alcanza un especial reconocimiento.


Por eso mismo, Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco AC fue galardonada con el Primer lugar, como entidad destacada por su experiencia significativa en el certamen Mujeres Construyendo Justicia y Paz en América Latina y el Caribe 2022, organizado por nuestra Comunidad de Práctica. Y es más que justo, porque su entero compromiso con la atención y el acompañamiento a mujeres víctimas de violencias, implementando la estrategia integral ¡Mujer, no estás sola! –en coordinación con Catholic Relief Services (CRS) –, ha llevado a la entidad a crear numerosos Grupos de Apoyo de Mujeres (GAM) en Acapulco y en toda la costa del Estado de Guerrero, en México, implicando y beneficiando a más de 600 mujeres que, a su vez, se convierten en apoyo para otros cientos de mujeres.


Desde 2016, con la estrategia mencionada, Cáritas Acapulco, asociación civil vinculada a la Arquidiócesis de Acapulco, ha venido implementando la metodología, creando GAM en 21 parroquias y centros escolares en las tres regiones de la arquidiócesis. Incluso, en época de confinamiento por la pandemia vivida desde 2020, apostó por emplear la comunicación mediada por tecnologías tradicionales y digitales, aun con mujeres con pocos recursos y pocas habilidades digitales, con tal de seguir acompañándolas, formándolas y respaldándolas con varios fines: despejarles y hacerles transitable ese camino de sanación que ellas mismas emprenden para su transformación; que en sus familias, comunidades y entornos cambien las ideologías, posiciones y prácticas culturales nocivas, y que disminuyan diversos hechos de violencia que restringen y vulneran sus derechos.

Así, pese a los altos índices de violencias y abusos que viven en sus propios hogares, en sus contextos de estudio o laborales, en las redes sociales, en los medios de comunicación, en ámbitos de vida cotidiana y hasta en las instancias legislativas y judiciales, como se evidencia en México y notoriamente en Acapulco –lo cual, obviamente, genera miedo y sentimientos de indefensión e impotencia–, las mujeres que participan en los GAM y en las actividades de Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco se atreven a cambiar las realidades difíciles e injustas en las que viven.


Otro aspecto por destacar es que la mayoría de esos grupos de apoyo a mujeres son acompañados por facilitadoras voluntarias. De ellas, casi 70 han sido certificadas hasta el momento para replicar la metodología ¡Mujer, no estás sola!, tras haber sido, en un primer momento, participantes en la misma estrategia. Así, estas y otras mujeres animadoras y formadoras de otras, y aquellas que viven la experiencia en los grupos de apoyo, al haber sanado e incrementado su autoestima, animan a poner límites a las violencias, toman decisiones en función de su bienestar y autonomía, mejoran sus dinámicas familiares y comunitarias, y se convierten en una fuerza imparable e impulsora del cambio social.

 

"Cuando conocí GAM, venía cargada de emociones, en su mayoría negativas (tristeza, frustración, coraje por la pérdida de mi hijo y de mi salud)… Creí que jamás podría recuperarme de esto, sin embargo, aprendí que las emociones no son malas, al contrario: cada una tiene algo que enseñarme, pero para eso debo trabajarlas. En cada sesión, el GAM me enseñaba algo diferente: a vencer los miedos, a recuperar mi espacio, a valorarme, quererme y apreciarme como mujer. Encontré cómo recuperar la esperanza de vida. Hoy puedo decir que soy una mujer nueva, vencí el cáncer gracias a Dios. En pocas palabras volví a nacer". (Carmen, participante en uno de los GAM)

 

Este premio, entonces, es más que merecido, porque también es un reconocimiento al esfuerzo por responder desde la Iglesia a importantes y apremiantes necesidades que tiene cada mujer: sanar, fortalecerse, hacerse responsable de sí misma y tomar sus decisiones. Reconocer y atender esas necesidades es ayudar a las mujeres para que sean capaces de prevenir nuevas violencias, porque se hacen y sienten capaces de afrontar, no quedándose pasivas e indiferentes, las múltiples agresiones que viven.


El enfoque fundamental de centrarse en el ser de cada mujer, de manera que cuente con las herramientas para emprender el camino de su transformación y convertirse en protagonista de su propia vida, garantiza un proceso de sanación y de fortalecimiento personal que, a su vez, quiere ser transmitido a otras mujeres. Esto lo hacen las facilitadoras que se convierten en terapeutas comunitarias y dan seguimiento a los grupos de apoyo, quienes también son ganadoras del reconocimiento dado por nuestra Comunidad de Práctica.

 

“La contribución de esta metodología y de Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco a la construcción de la paz con y desde las mujeres, imprimiendo el sello femenino a la transformación social, es decisiva. La mujer ha adquirido la fortaleza para alejarse de la espiral de violencias y dar respuestas pacíficas, a la vez que ya no permite más violencias contra ella misma. No podremos tener paz sin las mujeres o contra las mujeres”. (Representante de Cáritas Acapulco).

 

Cáritas de la Arquidiócesis de Acapulco es una asociación civil cuya misión es contribuir a la dignificación de la persona humana, mediante programas de asistencia, desarrollo y transformación social, sostenidos por las comunidades locales, para construir condiciones de justicia, paz y reconciliación en la región costera de Guerrero. Y su compromiso es tal, que en 2018 fue también ganadora del Premio a la Institución de Fomento al Voluntariado, en la XXX Edición de los Premios Compartir, de la Fundación Social IAP.


Este nuevo reconocimiento ayudará a fortalecer competencias y habilidades de las facilitadoras para acompañar grupos, mediante talleres y encuentros de formación; así mismo, permitirá proveer materiales a los GAM, que fungirán como espacios seguros en los que las mujeres puedan vincularse y tender puentes para ser protagonistas del cambio que desean para sí mismas, para sus familiares, amigas, compañeras, vecinas y quienes las rodean.

 

Para más información sobre la institución ganadora, se recomienda consultar:

 

Agosto de 2022

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